2006/11/26

Un paseo dominguero

Me encantan los paseos de domingo por mi ciudad, esa ciudad con la que tengo una relación de amor odio, de un ni contigo ni sin ti, como las relaciones , las buenas, las que me molan, las que apasionan. Esa ciudad es Barcelona.
Hoy me he dedicado uno de esos paseos por una de mis rutas preferidas.
He bajado por la calle Marina y luego he llegado al parque de la Ciudadela. Luego he dado una vuelta por el Born.
Normalmente cuando bajo hasta aquella zona me hacerco al mar para decirle hola desde la Barceloneta. Pero hoy me ha pasado algo curioso. l llegar a la estación de Francia he visto el edificio en el que trabajo desde hace pocos días y se me ha cortado el rollo. Definitivamente los paseos por la Barceloneta ya no van a ser lo mismo nunca más. Es lo bueno y lo malo de darle los buenos días al mar cada mañana desde mi puesto de trabajo.
Para superar el mal rollo he atajado por el carrer Ample y me he parado en el Papabouble (no me acuerdo como se escribe). Estaba abierto, sorpresa! Esa tienda en la que hacen caramelos artesanalmente , que te dejan probar los que están haciendo allí mismo, en tus narices, me encanta. Han caido tres bolsas. Me siento una niña de ocho años en aquella tienda mágica.
El mal rollo ha desaparecido y he subido por la calle Avinyó y por el centro hasta Paseo de Gracia bajo el calor de primavera aunque sea casi diciembre.

2006/11/22

Blue eyes

Era tarde y el ambiente estaba algo cargado en el local: demasiada gente, demasiado humo y poca ventilación hacían del garito de Yulen el lugar perfecto para perderse en sombras. Allí estaba, en una esquina de la barra, con un codo apoyado en la tabla y un vodka con naranja en la mano. Vio un taburete vacío y se sentó. Contemplaba la pista mientras sonaba la música. Pero no veía nada, no pensaba nada, tenía la mente en blanco. Las notas se deslizaban sin que les prestara atención cuando alguien cruzó el local hacia allí. Se miraron, se reconocieron, bajó la vista al suelo y sus ojos chocaron con sus zapatos. Volvió a erguir la cabeza y allí estaba. Tenía los ojos azules, pequeños, fríos y los rasgos perfectos, el pelo bien cortado, castaño, corto. Mantuvo la mirada unos segundos que parecieron años o quizás siglos. Empezaron una conversación frívola, absurda, un puro trámite sin nombres. Rieron. Los ojos azules fueron enmarcados por pequeñas arruguitas y la boca fina dejó entrever unos dientes perfectos, blancos. Bajó la mirada de nuevo. Esta vez se detuvo en sus tejanos gastados y su jersey azul algo ajustado. Notaba los nervios en el estómago o quizás fuera la excitación que iba, poco a poco, nublando su entendimiento. De nuevo se produjo un cruce de miradas y siguió la conversación fluida. No podía dejar de perderse en aquellos ojos que expresaban todo aquello que afirmaban las palabras. Y de nuevo llegaron las risas y las sonrisas, estas últimas aderezadas con algún que otro arqueo de una ceja y un ligero movimiento de cabeza hacia un lado y hacia delante, sin perder el contacto visual. Pasó una hora o tal vez tres entre vodka y humo. Esperaba un acercamiento que no podía tardar o incluso un “vámonos” en cualquier momento. Pero pasaban los minutos y más horas y Yulen cerró el garito.
Se despidieron en la puerta sin remoloneos, con un adiós de colegas y echaron a andar en direcciones opuestas. Se giró y sus ojos se encontraron con aquellos azules seguidos de la sonrisa ladeada y la ceja en arco. Lo siguiente fue un paseo casi mudo hasta el parque, unos besos furtivos, agresivos, casi mordiscos, los respectivos pantalones deslizándose hasta los tobillos y las manos nerviosas amasando los cuerpos. Y lo que empezó siendo sexo salvaje pasó a agresividad descontrolada hasta llegar a paliza mientras los ojos fríos y la sonrisa se transformaban en mirada fiera y la ceja enarcada, seductora, dejaba paso a en un rictus maléfico, mientras notaba las patadas en sus costillas y los golpes de las piedras.
Lo último que vio, mientras yacía inmóvil entre los arbustos con los pantalones bajados hasta los tobillos y la ropa interior desgarrada, fueron aquellos ojos pequeños y fríos mientras sentía un beso en su boca magullada de mandíbula rota.

2006/11/20

Odisea para ir al servicio

Hace pocos días que nos han cambiado de oficina. Hemos pasado de trabajar en un edificio tan hecho polvo que una de las ventanas estaba enganchada con cinta adhesiva a un súper edificio inteligente, por no decir listillo. Del calefactor y el abrigo al climatizador superdotado por zonas. De no tener covertura ni luz ni nada a las vistas al mar. Puro lujo, vaya. Aunque todo tiene sus pros y contras. De entrar más o menos puntual (en mi caso menos, mucho menos) a pasearnos con la tarjetita al cuello para pasarla cada vez que accedemos a cualquier espacio distinto. Según decía en el manual del traslado o wellcome pack , de esta forma se sabe quién está en cada planta o zona en cada momento y en caso de emergencia es más fácil evacuar el edificio. También se podría hacer la lectura que, así también se sabe cuanto rato está todo el mundo fuera de su sitio ya que esta información actualiza el sistema de control de presencia por el que media hora fuera de las zonas de trabajo habitual puede ser necesario justificarla. Uno de los espacios “distintos” es la zona de ascensores y los servicios que están justo al lado. Así pues, la súper tarjeta informa a ese sistema, que parece el Gran Hermano, del tiempo que se está en pasar de una planta a otra y, también el rato que está uno en el servicio. El otro día se me ocurrió ir al servicio y la luz, inteligente como el edificio, no se encendía. Al parecer no me detectaba (me acordé de cierto anuncio de aires acondicionados inteligentes). Después de hacer el idiota entrando y saliendo una y otra vez a ver si el sensor se enteraba, decidí bajar a otra planta para ir al servicio. La situación absurda se repitió. Me dio una crisis de identidad (no soy nadie doctor, no soy nadie) Decidí que era el momento de intentar colarme en el servicio de caballeros, al estilo discoteca cuando hay cola en el servicio de chicas. En la puerta, pero, me encontré a un compañero de departamento que estaba haciendo la misma performance que yo antes, ahora entro , ahora salgo para ver si se encendía la luz y nada. Bajamos otra planta a ver si había más suerte. Esta vez sí, las luces de los servicios detectaban nuestra presencia. Con todo miré el reloj, llevábamos casi 20 minutos fuera de nuestra planta. Nos dispusimos a coger el ascensor. Tardaba. Pasaron algunos minutos más. Nos miramos y decidimos subir por las escaleras a la carrera para llegar antes que se cumpliera la media hora permitida.
Así pues, media hora después llegaba a mi sitio, acalorada. Me senté en la silla ergonómica. Tenía un calor horrible.
Cinco minutos después me levantaba de la silla con dolor de espalda. Salí por la puerta y me dispuse a ir a la planta de arriba, una de las pocas en las que hay máquina de agua.
La moraleja os la dejo a vosotros bloggers.

Recupero mi novela

Hacía más de un año que ni siquiera tocaba mi proyecto de novela. Se quedó congelada en el momento en que decidí cambiar de tiempo la historia de presente a pasado. Fue tocarla y plaf! Se quedó ahí, atascada, la novela o yo. Sé que no va a ser un best seller, que probablemente no se publique pero me gusta mucho esa historia y me daba especial rabia saber que estaba ahí, en el disco duro del PC acumulando polvo. Y aunque no estoy en una época especialmente productiva, ni creativa ni nada me he decidido a retomarla. No he escrito mucho, la verdad es que sólo he sacado mis papeles con la estructura más o menos clara que tenía de la trama y las fichas más o menos incompletas de los personajes. También he repasado esas pocas páginas escritas. Pero bueno, es un comienzo. Espero vencer la pereza que me da completar las fichas de personajes, rematar la trama y documentarme y, al fin, poderle dar vida a esta historia que tanto tiempo lleva en mi cabeza.
Y cómo es que la retomo ahora precisamente? Pues porque después de hablar con una amiga me di cuenta que, por muy estancada que esté en mi vida, por muy cansada de todo que esté o precisamente por ello, tengo que empezar a liberarme aunque sea con nuevos proyectos como este, quiméricos, pero que den rienda suelta a esa imaginación que cada día intenta matar la rutina. Al menos debo avanzar en aquello que realmente me gusta.
Como sé que este post lo leerá esa amiga, le doy las gracias, por los ánimos, por la inspiración.

Desempolvando fantasmas

Cada vez que ordeno el armario o los cajones o lo que sea me encuentro con algún que otro recuerdo del pasado. A veces son graciosos, como una bolsa llena de hombreras ochenteras, o los primeros apuntes tomados el primer día de trabajo en los que ponía especial interés y apuntaba cosas que ahora tengo tan por la mano que al leerlo me da la risa. Otras, los recuerdos son agridulces y, en algunas ocasiones, incluso, tristes: una fotografía con alguien que ya no está, una carta, un libro...
El fin de semana pasado, al hacer el cambio de armario me encontré con uno de esos recuerdos agridulces. Era un libro que no recordaba que tenía. Un libro de cocina, de recetas de todo tipo, sencillas y más elaboradas. Me pareció que, dado mis escasos conocimientos de cocina me podía ser infinitamente más útil en un estante más a mano que no en un altillo casi inaccesible. Así que lo deje sobre una silla y seguí ordenando el armario.
Al acabar, horas después, me fui a la cocina y me llené un vaso de cola light para recuperar fuerzas. Me dispuse a ojear el libro de cocina. Descubrí que había algunas páginas marcadas con un trozo de papel: cóctel de espárragos y pavo con calabacín. No recordaba haber hecho nunca aquellos platos. Tampoco recordaba haberlos comido. Seguí ojeando el libro y cada vez me convencía más que su sitio estaba en la estantería, bien a mano. Estaba a punto de cerrarlo cuando vi que en la primera página había una dedicatoria. No la recordaba así que la leí. Lo escribía quien me había regalado el libro: mi ex. Ese era el motivo por el que el libro y sus recetas estaban en un altillo y no en una estantería. Eran palabras que recordaba felices en aquel momento y paradójicamente amargas ahora, años después. Eran promesas y deseos extinguidos que me golpearon a traición desde un pasado demasiado lejano.
Cerré el libro y lo coloqué junto a otro de Ferran Adrià. Busqué un CD y lo puse. Empezó a sonar Lady in red, mientras me acababa mi vaso de cola light sentada en el sofá con los fantasmas del pasado volando entre nota y nota acabaditos de desempolvar.

2006/11/15

Uno de lecciones magistrales

El otro día, en una de esas conversaciones absurdas alguien me acabó diciendo la mítica frase: “és que t’has de fixar en un noi com cal”. La conversación, como digo bastante estúpida, no recuerdo ni cómo, acabó siendo una confesión del tipo de hombre o mujer que nos gustaba a cada uno. Los había de perfectamente definidos en un tipo o “prototipo” y otros que no éramos tan homogéneos. En un intento (tan estúpido como la conversación) de “unificar” mis preferencias (queeee, siiii, que ya dije que la cosa tendía a la estupidez absoluta) se llegó a la conclusión por mayoría que me gustaban demasiado freakies, y es ahí cuando alguien, me soltó la frase de más arriba. No valía la pena replicar. Sólo le dije un “como tú, no?”. Me respondió un sí rotundo seguido de una perorata sobre cómo ha de ir vestido, qué debía haber estudiado, de qué ha de trabajar, dónde ha de vivir, cómo ha de ser su familia, qué aficiones ha de tener, qué ha de votar, qué ha de pensar alguien “com cal”. Volví a abstenerme de replicar y sonreí.
Aquella combinación propuesta, más que atraerme me repelía. Es cierto que algunos de los elementos coincidirían en personas por las que alguna vez sentí atracción pero siempre combinado con otros aspectos que hacían volar por los aires el “com cal” dichoso. ingeniería y parapente, barrio acomodado y filosofía, trabajo de responsabilidad y familia desestructurada, jerseycito azul y ermitaño, etc, etc.
Curioso que en la definición no entrara el qué sentir, el qué ser, el qué hace única a esa persona.
Me pregunté si yo misma era una chica “com cal” dentro de esa definición. Me alegré de no serlo por no cumplir la mayoría de las premisas (bueno, lo del sueldazo no me habría importado cumplirlo).
De nuevo sonrisa ladeada. No dejaba de ser sorprendente que me intentara aleccionar alguien a quien nunca se le conoció pareja.

Dualidad

Este fin de semana me ha tocado hacer una de mis tareas favoritas: hacer el cambio de armario de temporada, esto es, guardar la ropa de verano y poner a mano la de invierno. A parte de obligarme a subir a una escalera más veces de las que el mi vértigo tolera, esta labor estacional me obliga a ordenar, otra de mis actividades favoritas, y decidir si debo desprenderme de alguna prenda. Dado que la toma de decisiones requiere todo un análisis (no por nada soy Libra hasta la médula) lo que debiera ser una tarea doméstica más se transforma en el peor de los trabajos.
En una de esas inseguras subidas a la escalera cargada de cajas de zapatos, se precipitaron al suelo un par de ellas. Los dos pares que contenían se desparramaron por el suelo. Entre tanto agobio y el estruendo producido no pude más que ponerme a reír. Junto a un par de botas de montaña se encontraba una sandalia de pedrería mientras su par sobresalía de una de las cajas caídas. Me acordé de algo que leí sobre las mujeres libra que me hizo mucha gracia en su momento. Venía a decir que las libra podían pasar de un traje de noche a las botas de montaña sin despeinarse. En aquél momento me hizo gracia porque no me veía así, aunque no creo que haga falta que os lo diga ya que, quienes me conocéis sabéis perfectamente que tengo tanto de scout como de cantante de ópera, por poner un ejemplo. Pero mientras bajaba de la escalera aún riendo vi que las botas aún tenían un poco de barro rojizo de este verano en la suela. Era tierra birmana que se resistía a abandonar mis botas, restos de aquella tormenta que de golpe nos obligó a andar por el barro bajo impermeables y que nos caló igualmente hasta los huesos. Y al poner de nuevo en la caja la sandalia recordé una noche de ese mismo verano, de ese mismo viaje, en esas mismas latitudes, una cena en el Strand Hotel calzando esas sandalias mientras un músico tocaba la guitarra y la langosta termidor esperaba en el plato. Al final aquel libro de signos zodiacales iba a tener algo de razón y yo sin saberlo. Luego pensé en cómo de injusto era que en un mismo lugar convivieran la humildad que roza la pobreza peligrosamente y el lujo extremo y cómo yo misma podía tener la poca decencia de ver una parte y aceptar la otra. Aunque tal vez no la acepté tan “alegremente” puesto que aún hoy la tengo más que presente. Eso también es una característica de Libra. Alguien que conozco me dijo hace un par de días algo que sentí en carne propia este verano: “pasarlo mal me recuerda cuando vuelvo a mi día a día lo bien que estoy”. Aquella frase definió perfectamente lo que sentí cada día durante ese viaje.
Creo que el cambio de dirección de este post es un ejemplo más esa dualidad.

2006/11/10

Un regalito para el fin de semana

Tras una semana desastrosa, post-vacaciones y de pleno traslado (algún día tengo que escribir sobre el famoso "proyecto traslado") hoy sólo dejo dos canciones, la primera, que cantaba Nina Simone (aunque hay mil versiones, una de ellas de por George Michael)y la segunda Van Morrison. Ésta última aparece en más de una banda sonora de esas romanticonas, que acaban bien y que, son mentira, ideales para domingo tarde: Siempre a tu lado (Someone like you).

My Baby Just Cares for Me
My baby don't care for shows
My baby don't care for clothes
My baby just cares for me
My baby don't care for cars and races
My baby don't care for high-tone places
Liz Taylor is not his style
And even Lana Turner's smile
Is somethin' he can't see
My baby don't care who knows
My baby just cares for me
Baby, my baby don't care for shows
And he don't even care for clothes
He cares for me
My baby don't care
For cars and races
My baby don't care for
He don't care for high-tone places
Liz Taylor is not his style
And even Liberace's smile
Is something he can't see
Is something he can't see
I wonder what's wrong with baby
My baby just cares for
My baby just cares for
My baby just cares for me
Original lyrics
My baby don't care for shows
My baby don't care for clothes
My baby just cares for me
My baby don't care for cars and races
My baby don't care for high-tone places
Liz Taylor is not his style
And even Lana Turner's smile
is somethin' he can't see
My baby don't care who knows it
My baby just cares for me
My baby don't care for shows
And he don't even care for clothes
My baby just cares for me
My baby don't care for cars and races
My baby don't care for
he don't care for high-tone places
I wonder what's wrong with baby
My baby just cares for
Just says his prayers for
My baby just cares for me
Someone like you
Ive been searching a long time
For someone exactly like you
Ive been travelling all around the world
Waiting for you to come through.
Someone like you makes it
All worth while
Someone like you keeps
Me satisfied. someone exactly
Like you.
Ive been travellin a hard road
Lookin for someone exactly like you
Ive been carryin my heavy load
Waiting for the light to come
Shining through.
Someone like you makes it
All worth while
Someone like you keeps
Me satisfied. someone exactly
Like you.
Ive been doin some soul searching
To find out where youre at
Ive been up and down the highway
In all kinds of foreign lands
Someone like you... etc.
Ive been all around the world
Marching to the beat of a different
Drum.
But just lately I have
Realised
The best is yet to come.
Someone like you... etc.
Buen fin de semana bloggers.

2006/11/08

Me gustaría contar una historia, tener una historia y compartirla. Me gustaría poder explicar cómo, cuándo y por qué, quién...
Y sin embargo no puedo, no tengo qué contar. Al menos nada bueno. Y lo malo, para qué contarlo?
Será por eso que últimamente no escribo casi nada. Será por eso que interrogo a los que tienen una buena noticia que contar. Al menos parece que deja de llover, aunque sea para los otros.
Me siento en otro plano. No sé si es bueno o malo. Estoy como aletargada. Necesito un cambio pero no sé cuál. Me da pereza cambiar porque, cambiar hacia dónde?
Estoy debajo de esas nubes que no me dejan ver el sol. A ver si las puñeteras nubes se largan de una vez de encima de mi cabeza, al menos que se vaya una y vea un rayito de sol salvador.

2006/11/07

In fraganti a carbón



Cada día estoy más perro. Me da una pereza atroz escribir. Me cuesta expresarme. Se me ocurren cosas pero tendría que ir registrando lo que pienso, anotarlo aunque fuera y luego ponerme a escribir pero no lo hago.
A cambio cuelgo alguna foto como estas, "pillada" haciendo el vago, por supuesto.