2007/01/30

Galipandria 4: Treintona en clase de gimnasia


La combinación de leer un post de un buen amigo que recordaba sus “buenos tiempos” en el baloncesto y una clase de estilo que demostró que no soy sombra de lo que fui, me llevaron el otro día a “evaluar daños”.
Me explico. En otro tiempo, fui flexible y ágil pero en aquella clase me salieron agujetas por agacharme una docena de veces y me di cuenta de lo que había perdido.
De golpe sentí cada uno de mis treinta tacos aguijoneándome las piernas.
Pensareis que soy una inocente por pensar que mi cuerpo respondería como cuando tenía doce años, hacía carreras a cuchillas, daba un salto y hacía el espagat.
La verdad es que sabía que no iba a ser así pero como se suele decir, ni tanto ni tan calvo. Me quedé fatal.
Así que unos días después decidí ponerme a prueba y ver qué había perdido realmente.
Empecé por algo sencillo, algo que supiera que, más o menos, seguía ahí: el equilibrio.
Dado que desde que vuelvo a bailar vuelvo a tener práctica en eso de los giros, me dispuse a ponerme en segunda y dar una vuelta, luego dos, etc, primero a la derecha y luego a la izquierda.
Me saqué las zapatillas, me coloqué y di la primera vuelta a la derecha. Perfecto. Probé a dar dos. Bastante bien. Tres. Pram, pam,pim pam! Me empotré contra el armario.
Lo intenté hacia la izquierda. La primera bien, la segunda peligrosamente parecida a la tercera anterior.
Triste. Tenía que animarme. Lo siguiente a testear fueron los giros de desplazamiento lateral. El resultado fue bastante bueno para ambos lados.
Una vez recuperada la confianza tocaba ver qué tal iba de elasticidad.
Ahí iba yo, cual preadolescente a hacer un espagat sin calentar ni nada, a pelo. Me quedé patéticamente espatarrada a un palmo del suelo con la pierna derecha y con la izquierda ya no es ni confesable.
Tía estás vieja, pensé.
Sólo me consoló ver que si calentaba un poco podría incluso conseguir algo pseudo decente.
Y llegó la prueba final: hacer el puente.
Ese era el ejercicio que mejor me salía en las clases de gimnasia y en mi corta experiencia en la rítmica. Me tenía que salir. No me atreví a probar a hacerlo desde arriba así que me estiré en el suelo (almohada bajo la cabeza por precaución) e hice el puente, o algo parecido.
Aguanté dos segundos si cabe porque me quemaban los brazos, las lumbares, los abdominales. Me desplomé sobre la almohada sabiamente colocada bajo mi cabeza cual saco de patatas. Era una treintona en clase de gimnasia, una que va de niña pilonga haciendo el pino.
Cómo podía entonces hacer aquello una y otra vez, de pie, con una mano, de rodillas? (ahora que escribo veo lo mal que está sonando esta frase, absténganse de comentarios guarros, por favor).
Tía pero que vieja que estás, me dije en voz alta.
Tras semejante fracaso, no me atreví a probar qué tal se me daba nada más.
Qué conclusión he sacado de este test? Que tengo que recuperar algo del equilibrio y la flexibilidad que un día tuve, aunque sólo sea en parte (el cómo ya es otro tema).

Galipandria 3: La morfinómana

También ese domingo me dejé sorprender por los cuadros de Anglada-Camarasa.
Había visto muy poco de su obra y me sorprendió gratamente. Esa época de Art Noveau, de “nuestro” Modernismo siempre me ha fascinado. No por nada uno de mis pintores favoritos es Klimt y su simbolismo.
Pero a falta de Gustav, me encontré con un Anglada-Camarasa con el que compartió premios y algo en el estilo.
Me parecieron especialmente emotivos algunos retratos de personajes de la época, como “La morfinómana”: Rostros demacrados, figuras extremadamente delgadas bajo vestidos de colores vivos, mujeres de mirada lánguida y sexual a la vez, estampados imposibles.
Sé que es una pretensión por mi parte comentar la exposición, más a sabiendas que por este blog se pasa alguna que otra historiadora del arte así que, chicas, os dejo a vosotras los comentarios más técnicos sobre Anglada-Camarasa.
Yo sólo digo que la exposición me gustó, que me transmitió, con sus personajes “naturalmente” adictos, algunos transgresores y algún que otro paisaje costumbrista.
Gata dixit.

Galipandria 2: El Madani o la exposición del no integrismo

Qué mejor que una mañana de domingo soleada y una exposición!
Este fin de semana fui a ver una exposición de fotografía de Hashem el Madani en Caixaforum.
Si bien he de reconocer que de fotografía aún entiendo menos que de arte, me permito la libertad de comentarla brevemente.
Las fotografías, básicamente todas retratos de los años cincuenta, mostraban una imagen muy distinta del Líbano que vemos a día de hoy en las noticias.
Se veía a gente, pueblos, casas que podrían haber sido de cualquier país europeo de la época: ropa occidental, ninguna burka, sonrisas, fiestas, cristianos y musulmanes conviviendo en paz...
Me pareció chocante que medio siglo después, la Suiza de Oriente esté como está, destruida, arrasada, atrasada, radicalizada.
Cómo se llega a esto?
La respuesta me esperaba en una de las paredes de la sala. De ella colgaban varios retratos de hombre vestidos con atuendo militar o paramilitar. Eran unas fotos de los años setenta en que el conflicto libanés estaba abierto.
A pie de foto, un cartel recogía las palabras del fotógrafo “entraban al estudio sin armas”.
Cómo se había pasado de una fiesta en un pueblo, a la violencia en las calles, a las bombas, al terror?
Cuántos países han pasado por esa involución? Afganistán, Irán, Siria, Egipto, etc, todo países que han sido “modernos” y que ahora están de nuevo en el medievo?
No hace mucho, una amiga me explicaba que había estado en Irán y que en las ciudades sí estaban radicalizados pero en los pueblos, ofendidos incluso, le decían, que eran persas, como puntualizando la diferencia.
Pero de quién es la culpa? No habrán influido las intervenciones “pacificadoras” en eso? O los muros para separar comunidades?
Sé que no descubro la sopa de ajo, que todo esto ya se ha dicho pero es que esas fotos me mostraron tanto esa evidencia que parece que se olvida que tenía que plasmarlo de alguna manera. Tengo la sensación a veces que en los medios de comunicación se habla de ciertos países como si siempre hubieran sido integristas y “atrasados”. Esta misma conversación la mantuve el otro día y me sorprendí cuando me enteré que Afganistán fue uno de los primeros países en dar el voto a la mujer. Sorprendente.
Y ahora? Lamentable.

Galipandria 1: El escapista


Ni la gripe consigue doblegar al insomnio. Aunque debo ver la parte positiva: puedo ver reportajes tan interesantes como el de la pasada madrugada que hablaba de Harry Houdini, el rey del escapismo.
Ahora que la magia ha vuelto a estar de moda tras películas como “El ilusionista” o “El prestigio” han recuperado la biografía del gran Houdini.
Desde que de pequeña vi la película de su biografía me he sentido fascinada por él pero sabía lo poco que se veía en el celuloide. Ni siquiera había visto una fotografía de él hasta esta noche.
Me sorprendió su magnetismo. Era un hombre de corta estatura, atlético, de ojos pardos y penetrantes y facciones angulosas. Una de esas personas que irradian energía y elegancia en cada movimiento.
También me sorprendieron sus manías, sus obsesiones e inquietudes, el control casi sobrenatural que tenía de su cuerpo, especialmente frente al dolor.
Supongo que me había quedado en la figura romántica de los trucos, del escapismo y se me pasó por alto qué tipo de persona se metería en un tanque de agua helada, encadenado y cabeza abajo en una época en que no se podía hablar de tecnología sino sólo de mecánica y que el truco corría, en buena medida, a cargo de la seguridad del artista.
Era un hombre con un fuertísimo complejo de Edipo, marcado por un padre extremadamente exigente, un hombre fascinado por la muerte y las mutilaciones y que se imponía disciplina en cualquier ámbito de su vida.
Qué poco explicaban las películas de los años cincuenta!
Gracias a este reportaje desmitifiqué un poco a Houdini, aunque a cambio se humanizó un poco.
También me hizo gracia que en la época se llegó a utilizar el verbo “houdinizar” como sinónimo de escaparse.
No sé si os gusta la magia. A mi sí, especialmente los escapistas. Será debido a los espectáculos de David Copperfield que daban en televisión cuando era niña?
Quién sabe...Animo a quien quiera a googlear un poco y conocer algo más de Houdini.
Mientras, voy a por mi chistera.

2007/01/29

None

Not enough
Or too much,
Not exactly
Or suspiciously perfect
It doesn’t mind
Always the result is the same:
None

So, just forget
before having remembers
Cry
But just a bit
And do not try again
Because always the result is the same:
None

2007/01/26

Trece gritos

Acabo de huir de una bonita tarde de merienda "petulante".
Tras un monográfico sobre qué regalarles a los respectivos para sendos cumpleaños, la pregunta clásica de "Y tú qué?", quiero gritar a los cuatro vientos lo siguiente:
1. No tener pareja no significa buscarla imperiosamente, ni amargarse, ni, necesariamente, ha de ser la opción de vida de todo el mundo.
2. Creer que los demás envidian la vida de uno/a es una presunción.
3. Reclamo el derecho de tener personalidad y no transformarme en un "nosotros".
4. Tener pareja y quedar por separado es posible, no duele.
5. Salir los jueves no es darse a la mala vida.
6. Tener amigos del sexo opuesto no significa que: a) te los/las tires , b) que se sea un/a libertino/a o c) que sean gays
7. Comprarse ropa no es un pecado
8. Tener aficiones distintas a ir al gimnasio en pareja no es un pecado.
9. Viajar puede ser adictivo pero no perjudica la salud, incluso en el caso que no sea un "todo incluido".
10. Se ha de respetar que a alguien no le pueda interesar un tema como por ejemplo, la técnica del planchado de sábanas.
11. La vida sexual de los amigos no se debate en foro con media humanidad, incluidas las parejas.
12. Se pueden compartir cosas con personas que no sean una pareja.
13. Hacer cosas solo no es triste, a veces llena incluso más según de lo que se trate.
Este post va dedicado a dos colectivos: a los que sufrimos el asedio de los "petulantes emparejados" y a los "petulantes emparejados" que deberían plantearse qué pasaría si un día dejaran de serlo y alguien los mortificara con memeces. ante todo, y siempre, RESPETO.

Elegancia

Definición de elegancia:
1. f. Distinción, donaire:comportarse, andar con elegancia.
2. Buen gusto, estilo, mesura:vestir con elegancia.
Me gusta la gente elegante, la que anda erguida pero no altiva, aquéllos que saben llevar con estilo hasta una bolsa de basura, que se mueven con distinción, ágiles, que hacen de cualquier movimiento una demostración de equilibrio.
Eso es innato, genético, no es algo que se aprenda. Quién lo es lo es y punto, sin esfuerzo, sin quererlo quizás.
Mi abuela siempre lo decía: “De porc i de senyor s’hi és de mena”.
Personalmente creo que decir de alguien que es elegante es uno de los mejores piropos con los que alagar a alguien.

2007/01/22

Post tras el fin de semana 3: Lupus, lupi; lupa, lupae

Cuando Hobbes decía aquello de que el hombre es un lobo para el hombre se olvidaba de las lobas. No decía nada de las mujeres embutidas en faldas ajustadas, camisetas de leopardo y pedrerías, que caminan contoneándose y agitando su larga melena teñida, preferiblemente de rubio “ultra”. No hacía mención a ellas, a las cazadoras natas, a las depredadoras de discoteca, de mirada agreste, salvaje que rodean a sus presas y zas! Saltan al cuello.
Porque una loba, nace o se hace? Sinceramente creo que es innato, de lolita a loba adulta.
Mientras las veía llegar como una jauría y desplegar su arte en la pista me planteaba si yo podría ser así. Tras planteármelo desde varios puntos de vista, definitivamente llegué a la conclusión que no podría. No tengo valor para ponerme semejantes modelitos, tan brillantes, tan de leopardo, tan ajustados. Tampoco me veía sobre unos tacones de palmo plateados, ni bajo una capa de pintura similar, ni con semejante melena reteñida. Me siento incapaz de contonearme así (mi cadera no es el colmo de la sensualidad y lo poco que lo es lo frena la timidez) pero, sobretodo, no ve veía entrando en un local y cazando a una presa sin dar opción.
No negaré que les reconozco el mérito y el valor. Si me cuesta sacar a bailar a chicos que conozco, ya no sé lo que me costaría semejante ataque frontal. Eso también se ha de saber hacer. Si ya no me salen las aproximaciones laterales, discretas, simples, ufff, definitivamente incapaz de acosar y derribar a sujetos varios.
Y mientras le daba vueltas a ello, oía comentarios de alguna de las presas potenciales de las lobas. También yo comentaba. Entonces me han dado pena. Porque aquella evidencia tal vez no es tan efectiva, ese esfuerzo en vestuario, peluquería, gimnasio tal vez sea desproporcionado si se compara con el beneficio obtenido.
Aunque eso debería preguntárselo a ellas.
Luego he pensado que quién era yo para juzgarlas y me he regañado a mi misma. Porque nadie cae en garras de loba obligado, porque cada uno puede hacer lo que le venga en gana, vestir como le apetezca.
Supongo que la enemistad entre lobas cazadoras y gatas que ronronean es un reflejo de aquello de “como el perro y el gato”, eso es todo.

Post tras el fin de semana 2: El CD de los grandes viajes y las canciones que siempre serán especiales

De nuevo volvía de un viaje catárquico, de esos con antes y después, de nuevo en un coche potente, con amigos recientes y sintiéndome “nueva” y cargada de energía.
Volvía a sonar ese repicar de baquetas, los golpes metálicos y “Un, dos, tres, catorce!” de camino a casa. La historia, sin ser idéntica tenía puntos en común, los suficientes para que recordara aquel viaje a País Vasco y a mis buenos amigos, a aquellos que gané en aquel viaje entre pinchos, chistes y kilómetros. Me volví a sentir yo, sin más, sin mochilas, con la suficiente fuerza para comerme el mundo, ponermelo por montera y seguir para delante. Ese Cd de U2 tiene algo, no sé qué, que consigue sacar todo de mí.
Pero tal vez porque han sido menos días de desconexión, o menos anécdotas o la situación de ahora es algo más complicada que entonces, esa energía ha ido atenuándose hasta llegar a un nivel bastante más bajo que aquella otra vez. Eso, o que Bono ha perdido su poder.
Es llegar a casa y los problemas están allí, en el recibidor saludando -Hola!- con la mano. Es ver, a través de la cristalera de un local, el edificio de oficinas en el que trabajo y acordarme de la conversación pendiente con el jefe, de los malos rollos y los problemas.
Será por eso, seguro, que mi fuerza se ha diluido en pocas horas, que sólo ha dejado un poso, unas gotas de energía.
Mientras me ponía el pijama y escuchaba la radio ha sonado una de esas otras canciones con sentido. Esta vez era una canción de Angun, “Snow on the Sahara”.
Es de ésas que suenan en el momento menos oportuno, de ésas que transportan a momentos buenos, otros que no tantos, a viejas heridas “no de guerra”. Supongo que la fragilidad actual ha ayudado a que me pillara a contrapié y que heridas ya tan viejas volvieran a doler por el “mal tiempo”, en definitiva. Es en esos momentos en que me aterra acumular nuevas heridas, nuevas canciones, en que el mundo por montera que me daba “Vértigo” desaparece como un espejismo del Sahara.
Ahora suena “El tiempo pasará” esa versión en castellano del clásico que tocaba Sam en Casablanca. Me parece una buena manera de acabar este post.

Post tras el fin de semana 1: Adicciones

Este fin de semana me he dado cuenta que cuando algo me apasiona puedo llegar a la adicción. Así dicho, parece malo, pero que nadie se asuste, sigo siendo la “buena nena” de siempre (cuando he querido ser mala tampoco me ha salido así que...).
Mis adicciones no perjudican a la salud, no hacen daño a nadie, no arruinan.
Y qué he hecho este fin de semana para reconocerme como adicta? Ahí va:
He estado en un stage salsero, ya lo he dicho. Hasta ahí, bueno, una actividad más. Pero tras un sábado de tres horas de talleres, otras tantas horas de baile por la noche, más talleres el domingo por la mañana, esta misma tarde-noche de domingo también he ido a bailar. No es que me sobraran fuerzas, de hecho estaba agotada, tenía las piernas doloridas de las agujetas y me encontraba fatal pero nada ha podido detenerme.
Ahora, en casa, mientras escribo en vez de dormir, estoy escuchando un CD que otro adicto al baile, un amigo al que le encanta darme vueltas cual peonza humana, me ha pasado. Y me es imposible oír la versión de Cold Play en base salsera sin que se me vayan los pies.
Sé que lo mío con en baile es más que una adicción, sé que es una pasión que he sentido desde que tengo uso de razón, pero también me conozco y sé que irá a más, llegará a un límite y luego bajará, aunque siempre tendrá esa parte inmensa reservada en mi corazón.
Es como cuando iba a entrenar casi cada día y me pasaba los fines de semana de competición en competición. Aún recuerdo las lágrimas el día en que me llevaba las cosas de la sala de armas y cada vez que me paso a ver a mis antiguos colegas de asalto, algo se remueve en el estómago. También tengo claro que no volvería a dejar algo que me llena por alguien, porque los “alguien” tarde o temprano decepcionan y desaparecen y mientras, has dejado aquello que te llenaba realmente.
Pero no sólo he pecado de “bailonga”. También he caído en el vicio del chocolate.
Después de tomarme una coca-cola light, para vigilar esa barriguilla (con el choteo de un coleguita, incluido), al llegar a casa, he abierto la nevera y me ha mirado un trozo de pastel de chocolate del Xocoa y me miraba con tanta pena que he sido débil y me lo he acabado (suerte que el coleguita sé positivamente que no leerá este post).
Simplemente no he podido parar y no me he dado cuenta y ya no estaba.
Y eso es todo, no se esperen ustedes más confesiones , más adicciones en un fin de semana, ya decía que sigo siendo la “buena nena” de siempre y que ni queriendo me sale ser “no tan buena”. Ah, se me olvidaba mi “manía” de escribir, ups! Espero que esa no sea perjudicial para los pobres incondicionales que leen de vez en cuando a esta gata.

2007/01/16

Viajero ante un mar de niebla


Hace un día gris. La bruma sólo deja entrever el mar y la silueta borrosa de un velero frente a la costa. Las nubes bajas le dan al ambiente toda la melancolía de lunes que se merece. Un lunes más lunes que nunca.
Me siento en un cuadro de Friedrich, como el “Viajero frente a un mar de niebla”, con la mirada perdida en un mar desfigurado, un mar que podría ser un futuro o un presente incierto, o la adversidad de las olas.
Casi se puede cortar la humedad del ambiente, o el mal rollo, que vendría a ser lo mismo y el viajero, en el precipicio, sólo frente aquello, podría ser yo misma desde la sexta planta de un edificio de oficinas, con la vista más allá del cristal.
Pero qué hay del velero? En el cuadro no hay ninguno. Supongo que ése es el toque personal. Ese barco zarandeado por las olas no es fruto de la imaginación de un pintor romántico. Podría ser un símbolo de esperanza, de estoicismo o podría no ser nada más que un barco que ha salido a navegar con mala mar.

2007/01/13

De qué te conozco?

Tengo una tendencia natural a encontrarme a gente. En el sitio más inesperado, zas, me encuentro con quien menos me pensaría, a veces con quien menos me apetecería. Creo que ya lo había comentado en otro post anterior.
Eso me pasó ayer. Estaba de marcha salsera por ahí y me encontre a compis de trabajo. Genial, estupendo. Casi nunca me pongo falda corta para salir porque me veo demasiado y no llevo bolsillos pero ayer me dió por ahí y venga. Casi nunca me pongo medias de cuadros pero esta semana asquerosa se merecía acabarla a cuadros. casi nunca voy al Antilla porque hay mucha gente, especialmente chicas y bailo poco. pero todo eso se juntó y me encuentro con una despedida de soltera de chicas del trabajo, como apunte, con mis administrativas y otras, el apunte es importante. y allí estaba yo, con dos chicos 8amigos, a ver que se van ustedes a pensar), mojito en mano, minifaldera y salsera. adiós credibilidad.
Se quedaron tan descolocadas como yo. De hecho me costó saber de qué las conocía hasta que, por fín caí en la cuenta que las veo cada día.
Eso también me pasa: conozco a alguien en un ámbito y si me lo encuentro en otra parte, me cuesta reconocer a esa persona y saber de qué la conozco. Supongo que desconecto tanto de un mundo u otro que me cuesta relacionarlos.
Recuerdo especialmente cuando me encontré a uno de los machotes de la sala de armas en una discoteca de ambiente, del brazo de un mulato. Ese creo que ha sido el caso más extremo. Cambia mucho a ver a untío espada en mano enfundado en el traje y la careta a verlo del brazo de un chato con camiseta de tirantes.
En relación a esto, he estado pensando en que , las cosas como son, he llegado a tener amigos y amigas a los que sólo veo de día, o de noche y en determinadas actividades: gente del trabajo, compañeros de clases varias, amigas y amigos de juergas, ...Pocos hay que traspasen esa franja o esa actividad en concreto. Esos claro, son los íntimos.
Y para cada uno soy una "gata" distinta, claro, es lo que tiene disponer de información sesgada. La estresada del trabajo, la exigente de esgrima, la jetilla de la clase de salsa, la calmada de las juergueras, la killer del taller de relatos.

2007/01/10

Me acuerdo de ellos



Creo que no hace falta que diga más. Sólo que hoy, ahora, a las dos de la mañana, los añoro.

Breve capricho para empezar el año

Tocaban las siete y media de la mañana cuando entró por la puerta, con las botas en la mano y los pies doloridos. Se sacó la ropa impregnada en humo y se puso el pijama antes de meterse en la cama. Pero no podía dormir, aunque eso no era ninguna novedad.
Se levantó, caminó descalza hasta el sofá y se sentó a contemplar el amanecer.
El silencio de la noche, se fue rompiendo gradualmente con el cantar de los pájaros que ya se desperezaban en el parque de enfrente.
Despuntaba el sol, poco a poco, el cielo pasaba de negro a añil, luego algunas nubes se tiñeron de magenta y naranja hasta que, por fin vio brillar el primer rallo tras la torre que se había convertido en un nuevo símbolo del perfil de la ciudad.
Sin darse cuenta, sonreía. Repasaba la noche anterior y se le escapaba una leve risa al recordar uno u otro momento.
Era una buena manera de acabar una noche, de empezar el año. Por un momento pensó que había mejores maneras pero dejó el inconformismo a un lado y disfrutó de aquel momento único que sólo era para ella, una de esas pequeñas cosas que le habían enseñado a valorar en tierras lejanas y que le arrancaban una sonrisa y le hacían sentir que estaba viva, que era afortunada por poderlo contemplar.
Se durmió acurrucada en el sofá, con la expresión relajada y un dibujo de sonrisa en los labios.

2007/01/08

Post traído por los Reyes 3: Historia post-navideña

Era una de esas tardes tristes de invierno, fría y nublada en que la humedad mediterránea calaba hasta los huesos. Pero era lunes así que no había excusa que valiera para quedarse en casa.
Se puso los zapatos, el abrigo marrón y el bolso cruzado. Siguió su particular ritual de comprobación de luces y gas apagados que desde hacía años, realizaba antes de salir de casa. Todo estaba correcto. Cogió el bastón y se puso la tarjeta del autobús en el bolsillo.
El 43 llegó al poco y, tras un trayecto de escasos minutos, se encontró junto a la puerta de la parroquia de San Nicolás.
Se trataba de una iglesia pequeña de construcción sencilla de finales del siglo XIX que las hermanas conservaban con el dinero recaudado entre los cada vez mas escasos parroquianos.
Empujó la puerta de madera que daba acceso y se mojó los dedos en agua bendita. Se santiguó.
Se dirigió al fondo de la iglesia y se sentó en el primer banco frente a la imagen de San Nicolás.
Llevaba rezándole años, siempre los lunes, aunque de joven lo hiciera de rodillas y ahora la artrosis sólo le permitiera decir sus oraciones sentada.
Le rezaba un Ave María y dos Padre Nuestro. Después le agradecía lo que le daba y finalmente pedía.
Sus peticiones habían cambiado con los años: un trabajo para su marido, salud para ella y sus hijos, incluso una chica que enderezara al alocado de su hijo.
Tarde o temprano todo aquello que pedía se le había concedido.
Pero desde hacía años, desde que enviudó, desde que su salud ya no era buena, desde que tenía lo suficiente para vivir, aunque fuera de forma algo austera, sólo le pedía una cosa a “su santo”: Le pedía que su nieto estuvieran bien y que, aquellas Navidades viniera a verla.
Aquel lunes de primeros de enero volvió a pedirlo. Sabía que faltaba casi un año para Navidad y esperaba que, esta vez sí, pudiera ”escaparse unos días” e ir a Barcelona.
Pero aquella tarde fría pidió sin ganas. Llevaba demasiado tiempo esperando que pudieran cruzar el Atlántico para verla. Cuando no fue porque eran muy pequeños, fue porque tenían que estudiar, o porque tenía planes con su nueva novia.
Pocos días antes de aquellas últimas fiestas la llamó y le dijo que aquel año tampoco iría a verla.
Y por qué no vienes tu abuela? – le había preguntado, aún a sabiendas que ella jamás había volado en avión, ni siquiera antes de sufrir aquel infarto que casi la mata.
Ya sabes que no puedo. – contestó aún estando convencida que aquella pregunta era un puro formalismo.
Mientras pedía que el año que viene viniera a verla, las lágrimas emborronaban aún más sus ojos nublados por las cataratas.
Finalmente, se levantó con dificultad, saco una moneda del bolsillo y encendió una vela antes de irse.
Ya en la puerta, se cruzó con una monja que debía llevar allí casi tanto tiempo como las imágenes.
Señora Sorribes, cómo está? Tampoco vino este año? –le preguntó al verla con los ojos llorosos.
Sólo pudo negar con la cabeza como respuesta.
Hay que pedir con devoción. Ya verá como el año que viene sí.
Pero ambas sabían que no era cierto, que había perdido a su nieto, a su hijo y a la chica que lo enderezó el día en que se fueron a vivir a Estados Unidos.
Salió a la calle y caminó hasta la parada del autobús.
El autobús estaba a punto de llegar y cruzó sin esperar a que pusiera en verde el semáforo. Perdida como estaba en sus pensamientos, no vio a la furgoneta que giraba.
Sólo noto un fuerte golpe, las rascadas del asfalto que la quemaban y se quedó inconsciente. Se despertó en la camilla del ambulancia.
Tal vez venga a verme ahora, aunque tal vez yo ya no lo vea. – pensó.
Su corazón dejó de latir. Nunca supo que su nieto jamás se perdonó no haberla ido a ver aquellas fiestas. O tal vez lo supo allá desde alguna parte, muy cerca de San Nicolás.

Post traído por los Reyes 2: la tercera vuelta

No voy a volver a decir que me gusta bailar ni me voy a poner plasta explicando esto o lo otro de un baile (creo que mi blog ya de por sí de público reducido perdería a los pocos habituales si siguiera con ello).
Pero ayer conseguí hacer algo que pensaba que no haría nunca o, al menos, en mucho tiempo. Dar tres vueltas seguidas en tres tiempos de los siete de la salsa.
Pues sí, pues vaya chorrada no? Pues esa chorrada me hizo feliz. Fue un logro. Sé que parecerá una tontería, a mí misma me lo parece ahora que lo veo escrito, pero al menos era algo que me importaba y lo conseguía. Tal vez sea porque mis retos últimamente son sólo profesionales y la motivación la perdí hace demasiado como para que me importe lo que hago, lo cierto es que aquella vuelta triple me alegró más que cualquier implantación de sistema, cualquier negociación o cualquier resolución de nada.
Definitivamente tengo que tomarme en serio lo de escribir esa novela que se resiste y cambiar de trabajo.

Post traído por los Reyes 1: Fsissfffssssssssshhhhh!

Fsissfffssssssssshhhhh! Ya casi estamos, no te muevas –me decía el dentista- a ritmo de broca. Y yo pensaba, cómo me voy a mover si estoy en el sillón inclinado un poco más de 180 grados, tengo media cara paralizada, un aspirador, dos algodones, la broca y un par de dedos del dentista en la boca.
Sólo podía estrujar con una mano una servilleta o mover los pies pero no era momento de marcarse un zapateado, tacatá, tacatá.
Fsissfffssssssssshhhhh!
Finalmente acabó de hurgar en la pieza 27, me hizo el empaste y me dejó que me enjuagara y me babeara por culpa de la lengua de trapo.
Que sensación tan desagradable la de beber algo y que se caiga por la comisura de la boca.
el efecto de la anestesia te durará un par de horas.
Estupendo, tenía que hacer mil cosas y en cada tienda pensarían que tengo alguna dificultad en el habla.
Pero lo mejor estaba por llegar: la cuchillada de la factura.
Así que salí de allí algo más pobre si cabe, con la cara dormida, babeante, sin poder masticar y sabiendo que tenía que volver allí en breve para seguir con el tratamiento.
Eso sí, la pieza 27 relucía con su empaste de amalgama.

2007/01/06

un paso vale más que mil palabras

El día que vi la película de Billy Elliot lloré. Recuerdo que me sentía tan identificada con aquel niño que notaba un nudo en el estómago. Hay una escena en la que le preguntan qué siente cuando baila y explica que es entonces cuando se siente vivo que me resultó dura. en otras películas como Flashdance también hay escenas similares. La última película en que he visto esa descripción es Happy Feet. Esta película, no tan de niños como se supone, también tiene a un personaje bailongo de protagonista, a un pingüino que se expresa bailando.
ya en su día, hace casi un año, escribí algo al respecto en "De por qué me gusta bailar".
Si pienso en cuál es la manera en que me expreso mejor, sin duda es bailando. Puedo perderme entre notas de tango o bolero o deslizarme al son de un It's too late si me siento melancólica, o bailar disco o cha cha cha si estoy de buen humor. Entonces de nuevo viva, me siento yo, lejos de imágenes, de estereotipos, de corazas. Soy así, tal cual. Pero lo que es, lo que debe ser acaba cuando para la música, cuando mis pies se quedan quietos y el silencio suena a monotonía, a tristeza, la de cada día, la que debe ser, supongo.
Qué identificada me sentí con aquel pingüino que se expresaba a través de sus pies bailones.
Un paso también puede valer más que mil palabras

2007/01/05

La dosis de

Hoy me apetece una dosis de romanticismo, de caballeros que le ponen narices y que conquistan a doncellas, de historias que empiezan y acaban bien, con música de fondo y un baile chick to chick como Fred y Ginger.
Hoy no me apetecen "si pero no" , desapariciones a lo Hudini, ni interpretaciones, ni tener que hacer el número de la cabra y ni por esas, aunque eso me transforme en una mujer difícil e inaccesible.
Hoy me apetece una peli romanticona porque, claro, eso sólo pasa en las películas.
A ver si los Reyes, cuando se pasen por mi balcón, me dejan alguna de las cosas que ponía en la lista.
así que hoy a dormir pronto que sino los Reyes no os traerán nada más que carbón. Espero que mi insomnio me deje irme a dormir más pronto de lo habitual.

2007/01/04

Memez transitoria

Seguro que os ha pasado alguna vez.
Quedas con alguien que te gusta, vas a cenar o a donde sea pero tu ingenio, tu gracia, el cerebro, en definitiva, se queda en casa.
Las frases que más veces salen por tu boca son monosilábicas u onomatopéyicas, las otras están plagadas de muletillas y tics y las palabras restantes parecen de un alumno de bachillerato como mucho, por no decir nada del grado de profundidad de las reflexiones realizadas. Y dónde están esos comentarios agudos, las respuestas ingeniosas, los guiños? En casa, esperándote.
Porque llegas a casa con la convicción que se te han muerto la mayoría de las neuronas y zas! De golpe, de nuevo, vuelves a tener cerebro. Se te empiezan a ocurrir bromas, reproduces en tu cabeza la conversación, silencios no llenados incluidos y , esta vez sí, se te ocurren réplicas estupendas.
Pero qué putada, piensas, por qué antes parecía que hubiera llegado tarde al reparto de cerebros?
En esos momentos, dan ganas de llamar a la otra parte e irle apuntando aquello que se nos había olvidado algo así como “oye mira, que antes no sé qué me pasaba, que cuando decía chuli quería decir...y cuando me he quedado sin habla en realidad quería explicarte que...”.
Sería peor el remedio que la enfermedad, está claro, pues entonces no sólo pensaría de uno que es memo sino que además se sufre una enfermedad mental.
Es cierto que, en muchas de esas ocasiones, el otro está igual de nervioso, los silencios no llenados son cosa de dos, etc, etc, pero no me vale, odio esa sensación de memez transitoria.

2007/01/03

Toda una vida

El pasado día 29 mis padres cumplieron 45 años de casados, toda una vida. Sólo por el récord se les tiene que felicitar. Han pasado por buenos y malos momentos, porque en tanto tiempo da para mucho. Cuando felicité a mi madre, que no es precisamente sentimentalona, me dijo "ha valido la pena por vosotros y los peques". Se refería a nosotros sus hijos, y a mis sobrinos. Será por las dichosas fiestas, por la situación familiar que tenemos últimamente, porque no es un comentario propio de ella, o por todo un poco, lo cierto es que noté un nudo en el estómago. Me costó contener las lágrimas. Sé que a ella también.
Sé que mis padres nunca verán este post pero me da igual. Quiero felicitarles en la red mientras suena "An eternal flame" una de esas canciones que han significado mucho en mi vida, aunque ahora no toca.
Felicidades papis.