2010/05/27

Cosas que no debería escuchar trabajando

Hay canciones que no se pueden escuchar con volumen moderado. Es más, hay canciones que se han de gritar, que cuesta no cantarlas cada vez que suenan, o que los pies se van y arrancan a bailar sin permiso cuando se oyen según que notas.
Esto no sería un problema si no fuera porque, a veces me pasa en el trabajo.
A veces estoy frente al excel de turno, haciendo una tarea aburrida, me pongo los cascos y esa maravilla de Spotify (grandísima aplicación que me ha cambiado la vida) y en una de estas listas variadas, oigo un New York, New York en la voz de Sinatra y me apetece pegar cuatro gritos, agarrar un bastón y un sombrero y marcarme unos pasitos.
Aunque las hay de peores, I Gotta a Feeling, que tiene hasta su bailecito (es una larga historia)…Se me escapa un repicar en el teclado, un piececito que se mueve sin permiso o un ladeo de cabeza delator y me muero de vergüenza cuando me doy cuenta.
El top de las canciones que no se deben escuchar en el trabajo son las sensuales: Lenny, Lisa, Joe…voces que sugieren y que, en plena primavera desperezan a las neuronas, de por sí revolucionadas en estas fechas y, entonces, sí que es complicado trabajar. El excel deja de existir y sólo se me pasan por la cabeza otras activiades, otros contoneos y, sobretodo, otras personas.
Qué mala y qué buena puede ser la música a veces.
Voy a ponerme alguna pieza recatada, un poco de Chopin para recuperar la postura y seguir con las celdas del excel o, para, simplemente, seguir en mi “celda”.

La resistencia a irse a dormir

A veces me pasa que tengo la sensación que el hecho de irse a dormir supone que ese día se acaba, que se me escapa el tiempo y he dejado mil cosas por hacer. Es por eso que , entonces, me resisto a irme a dormir. Me pongo a leer, escribir, chatear, mirar una película,en general a hacer cualquier actividad “no útil” (porque en raras ocasiones me da por planchar, ni lavar ropa a mano, por ejemplo).
Pero las horas se van escapando y, finalmente el sueño gana la partida. Y a veces es tan contundente que me quedo dormida en el sofá, en una postura extraña, con la cara sobre la manta arrugada, el pelo enmarañado y el portátil sobre las piernas o a un lado.
Son de esas noches en que me despierto a las cinco de la mañana con una oreja dolorida porque me dormí sobre ella doblada, el cuello hecho polvo y una marca enorme en la cara de la arruga de la manta y pienso, Gata, te has de ir a dormir como las personas porque, al final, el tiempo, las horas, pasan igual y es lo mismo perderlas durmiendo mal en el sofá que en la cama como una persona.

2010/05/12

Pequeñeces

Hay algunos de esos anuncios que quedan en la memoria y que pasan a formar parte del repertorio de frases utilizadas de forma popular.
Reconozco que algunas de ellas las adapto con cierta facilidad, qué le voy a hacer, me dejo influenciar por la publicidad.
Hacemos un kit-kat? Del caserío me fío… El frotar se va a acabar…Para todo lo demás…
Esta última tiene especial significado para mi. De hecho cada vez le encuentro más sentido.
Hay pequeñas cosas que no tienen precio: el amanecer en la playa de Gran Roque junto a un pelícano, una conversación entre amigas, la cara de mi padre con el diploma de “croquetero mayor”, la llamada de ayer de mis sobrinos, un ratito frente a La Rendición de Breda, las notas de un nocturno de Chopin, la cara de felicidad de alguien querido al darle una sorpresa, unos besos inesperados, las risas de los niños, la satisfacción por haber acabado una carrera, un té de Fortnum and Mason’s en una tarde lluviosa, una obra de teatro, un abrazo, un musical en buena compañía, gritar un gol del Barça, levantarse por la mañana y sentirse llena de energía…
Esas pequeñeces son las que más feliz me hacen, las que me hacen sonreír cuando las recuerdo.
Para todo lo demás…