2011/11/21

De vuelta de tierras australes

Repaso los objetivos

1.      Desconectar del trabajo y de la rutina en general;
Sí, totalmente. Solamente apareció en un sueño un compañero de trabajo pero irrelevante.

2. Ordenar mis emociones y dejar de pensar en quienes sólo consiguen liar mi pobre cabecita;

Aunque mi cabecita no está todo lo centrada que debiera y mis emociones tampoco, no me empané demasiado. Me quedó pendiente poner orden.

3. Recuperar la perspectiva de humanidad que me da siempre alejarme tantos kilómetros y, sobretodo tanto “en general” de la sociedad en la que vivo.

Definitivamente sí. Llegué a la conclusión que hemos perdido educación. Destacaría la caballerosidad de los “caballeros” argentinos y que nadie piense mal, no por intenciones “ocultas”.

4. No mirar facebook, ni gmail, no hotmail, ni salvo para poner lo bien que estoy.
El mail ha sido una necesidad. Suerte de las wifis.

5. Estar sin móvil, sin cobertura, sin msn y chin , sin que me importe;

Suerte de la covertura, de mi motorolilla y las wifis que si no...

6. No comer M and Ms, ni guminolas, ni guarreridas, al menos una vez haya salido del avión;

Cayó la bolsa de M and Ms del vuelo de ida y unos cuantos alfajores así que...

7. Aprender de otras culturas;

Sí. La cultura del mate y del asado y, muy especialmente del pueblo judío argentino. Me abrieron sus puertas y me dejaron participar de un Sabbath. Ya de paso digo, a quién me quiera escuchar que cuanto más conozco otras religiones, más veo que todas son lo mismo. –también aprendí algo de la historia del colonialimo que se olvidaban de contarnos en el colegio.

8. Disfrutar de los paisajes, especialmente de los glaciares.
Los glaciares, sublimes, las cataratas de Iguazú, la inmensidad de Patagonia y los cerros del norte. De nuevo me sentí muy muy pequeña ante la majestuosa naturaleza.

9. Probar comidas exóticas y ponerme ciega a dulce de leche;

Me maté a empanadas, asado, dulce de leche, pero aún más me maté a cerveza, torrontés y vinos patagónicos.

10. Padecer el síndrome de Stendhal y llorar ante la contemplación de la belleza;
Cumplido. Consiguieron que me saltaran las lágrimas las cataratas, el glaciar y la primera ballena que vi nadando a menos de 3 metros de distancia con su “bebé” ballenato.

11. Sentirme viva y feliz;

Muy feliz, gracias a la contemplación de la naturaleza.

12. Conocer gente interesante;
Silvina, la tanguera y nueva amiga, nuestra “familia” en Buenos Aires del hostel, el encantador señor Norberto, nuestro taxista que ya nos saludaba con un beso, Javi y Jose, Vicky, Fabián, el señor Osvaldo y su interesante visión del país, os chicos de la agencia de Puerto Madryn, Ala y Manuela, compañeros de peripecias aeroportuarias...la verdad es que esta vez la lista de personas estupendas es larguísima.

13. Escribir algo, aunque sea poco, sin que sea fruto de la rutina, la tristeza, la decepción y los malos rollos;

A excepción de las postales no escribí NADA. El punto negro de los objetivos no cumplidos.

14. Estar en el fin del mundo;

Si se considera Fin del Mundo el agujero negro de Aerolíneas Argentinas en que una acaba cayendo, sí. Si hago referencia a Ushuaia, lamentablemente no pudo ser, por culpa de la compañía aérea mencionada.

15. Tocar, o al menos, ver, pingüinos y ballenas.
Los ví y bien cerca con sus huevos en los nidos a unos y enseñando a nadara sus crías a las otras. También vi elefantes marinos, lobos marinos, armadillos, guanacos, zorros, un yacaré enorme muy cerca de nuestra barca de goma, tapíes y muuuuchas mariposas.

16. Volver a ver a amigos que se fueron para allá.

Siiiiiiii, me encantó volver a ver a mis “Bambis” dos años después y comprobar que, pese al tiempo y la distancia nuestra amistad se mantiene o incluso se ha incrementado. Me ha hecho muy feliz compartir estos momentos con vosotros chicos.
 
17. Llevar la sonrisa pintada todo el día.

No sé si todo el día pero sí mucho rato. Vivir según qué, compartir según qué casi obligan a sonreír.

18. No machacarme el tobillo;

Caminar kilómetros por Buenos Aires, bailar tango (ups que me adelanto), caminar por zonas poco regulares y escalar un poquito (sí, yo escalar, increíble pero cierto) no han contribuido pero está bien.

19. Hacer realidad el sueño de ver una ballena;

Vi unas cuantas, aunque quizás sería mejor decir que fueron ellas las que me vieron, las que se acercaban al barco con curiosidad para asegurarse que no éramos un peligro para sus bebitos de no sé cuántas toneladas. Las vi saltar, sacar la cola, respirar (ducha incluída). Destacaría cómo de delicadas fueron con nuestra embarcación, conscientes de su tamaño y del nuestro y lo tierno y maternal que puede ser un “animalito” de semejante tamaño.

20. Bailar tango en Buenos Aires;

Asistí a una clase y a una milonga, ole ole. Para mi sorpresa, no me sentí tan fuera de nivel, ole, ole. Este logro se lo dedico a mi abuelo materno que había aprendido tango allí.

21. Mantener mi peso y ponerme algo más fuerte (totalmente incompatible con el punto 9)

JAJAJAJ, JAJAJAJJAJA,JAJAJAJAJ, me solidaricé con las ballenas y elefantes marinos a base de dulce de leche, empanadas, asado y cerveza. Atila va a tener muuuucho trabajo.

En resumen, parece que no fue mal. Mejor dicho, fue  muy bien.

Me olvidé poner “no sufrir jet lag”, este mismo que me tiene sin dormir ahora mismo, iiix.