2009/05/27

De nuevo

Hoy tenía que postear sobre el imperio de los sentidos, sobre el espectáculo de un menú degustación que me transportó a un paraíso de sabores y texturas insospechados pero lo dejaré para otro día.
Hoy posteo de nuevo por una decepción, por un "casi tocar el cielo" o lo más cercano al óptimo.
Esta vez no fue un "él", no fue una relación que no funciona, al menos no tan personal. De nuevo era perfecta, estupenda pero "no podía ser", de nuevo tras estar pendiente del teléfono, el mail y la paloma mensajera, la respuesta no era la deseada,de nuevo...aunque fuera laboralmente hablando.

2009/05/19

Id con Dios, don Mario


Se hace difícil decirle adiós, maestro. Me apena, me tensa, me desequilibra. Me siento indigna de ello, me siento una intrusa, una profana de esa palabra que vos dominabais. Me siento una troglodita que aporrea letras sin gracia intentando mostrar la pena de este corazón de lectora profana, de escritora de escaso talento y de corazón sentido, que ha vibrado, llorado y amado con vuestros poemas.
Me siento triste.
Sé que es un adiós y un para siempre, porque cada verso os ha llevado a la inmortalidad aunque vuestro existir corpóreo se extinguiera.
Pero, aún así, siento pena.
Adiós maestro, adiós don Mario. Que usted descanse en paz entre los buenos, porque alguien capaz de escribir lo que vos, de sentir y de hacer sentir así y de mirar con esa bondad que traspasaba el objetivo no puede estar más que entre querubines.
Adiós don Benedetti. Gracias por haberme regalado los poemas que pusieron letra a un sentimiento, los versos que han ahondado en este corazón de gata, hasta clavarse en lo mas hondo.
Descanse en paz

2009/05/10

6 km , 40 minutos y la satisfacción de superarse

Un domingo de primavera cualquiera por la mañana, en un momento en que el tiempo dio una tregua y dejó de llover. Más de doce mil mujeres se preparan para empezar una carrera y yo allí en medio, nerviosa (qué raro) sin saber si conseguiría acabar el recorrido. No nos jugábamos nada, sólo se corría por una buena causa y para la mayoría era poco más que una excusa para ponerse un dorsal y pasar un buen rato. En mi caso, también era una forma de ponerme a prueba, una de tantas.
El pistoletazo de salida dado por la princesa hacía iniciar la marcha más o menos atropellada del pelotón de mujeres de todas las edades.
Costaba correr. Era complicado sortear a las que iban más lentas y encontrar un hueco que permitiera ir a una marcha discreta pero constante.
Abuelas, madres, hijas, nietas y hasta algún infiltrado transvestido recorrían el circuito improvisado bordeado por los "hombres" que animaban a sus chicas. La imagen era curiosa, alegre y festiva. Mí trote era relajado pero constante. Sabía que tenía que reservar fuerzas para la cuesta y para los últimos kilómetros.
Era agradable correr entre los árboles, por las calles, entre todas, como una más por el mero hecho de participar. Era extraño estar allí, con una misma como única adversaria, luchando contra el reloj y la fatiga.
Llegó el quinto kilómetro. Las piernas empezaban a notar la más de media hora corriendo pero los ánimos de los espectadores y el hecho de estar tan cerca de la meta me animaban.
Finalmente, allí estaba la recta previa a la llegada. Empecé a notar la fatiga pero los ánimos de los que estaban al otro lado de las barreras y el hecho de que estaba tan cerca del objetivo me daban fuerzas.
Así que crucé la meta. Fueron seis kilómetros, casi cuarenta minutos de esfuerzo y una enorme satisfacción por haber conseguido probarme y pasar la prueba, por haber vencido al tiempo, al cansancio y a la pereza.
Quedó una foto de recuerdo y una lista con la clasificación y los tiempos (que no han salido aún pero que, en realidad, poco importa).

2009/05/05

Con olor a sal

Una tarde luminosa, tiempo libre y la bahía de Santander.
Una Gata de "excursión" por trabajo y un barquito entre vaporetto y golondrina turística.
Hoy he disfrutado de una tarde libre, de una conversación con amigos de ésos que están muy cerca en el corazón y lejos en distancia y de una "aventura marinera".
Iba paseando por el Paseo Pereda de Santander, bajo un cielo de tarde luminosa y sol radiante. Pasé por un puesto en qu se anunciaba la salida del próximo barco que recorría la bahia, y ahí que fui.
El sol me cegaba aun con gafas y el viento revolvía mi pelo y me traía alguna gota de agua, minúscula. Las montañas rodeaban la bahía, el paisaje era hermoso y el rumor del mar me adormecía. He entrado en un letargo, en una duermevela que se mecía entre las olas, que olían a sal.
El mar...
Los que nacimos cerca del mar no podemos estar lejos sin añorarlo, sin pensar de vez en cuando en él, en su rumor, sus olas y olor a mar que se pega a la ropa y que deja con sabor a sal.