2009/05/10

6 km , 40 minutos y la satisfacción de superarse

Un domingo de primavera cualquiera por la mañana, en un momento en que el tiempo dio una tregua y dejó de llover. Más de doce mil mujeres se preparan para empezar una carrera y yo allí en medio, nerviosa (qué raro) sin saber si conseguiría acabar el recorrido. No nos jugábamos nada, sólo se corría por una buena causa y para la mayoría era poco más que una excusa para ponerse un dorsal y pasar un buen rato. En mi caso, también era una forma de ponerme a prueba, una de tantas.
El pistoletazo de salida dado por la princesa hacía iniciar la marcha más o menos atropellada del pelotón de mujeres de todas las edades.
Costaba correr. Era complicado sortear a las que iban más lentas y encontrar un hueco que permitiera ir a una marcha discreta pero constante.
Abuelas, madres, hijas, nietas y hasta algún infiltrado transvestido recorrían el circuito improvisado bordeado por los "hombres" que animaban a sus chicas. La imagen era curiosa, alegre y festiva. Mí trote era relajado pero constante. Sabía que tenía que reservar fuerzas para la cuesta y para los últimos kilómetros.
Era agradable correr entre los árboles, por las calles, entre todas, como una más por el mero hecho de participar. Era extraño estar allí, con una misma como única adversaria, luchando contra el reloj y la fatiga.
Llegó el quinto kilómetro. Las piernas empezaban a notar la más de media hora corriendo pero los ánimos de los espectadores y el hecho de estar tan cerca de la meta me animaban.
Finalmente, allí estaba la recta previa a la llegada. Empecé a notar la fatiga pero los ánimos de los que estaban al otro lado de las barreras y el hecho de que estaba tan cerca del objetivo me daban fuerzas.
Así que crucé la meta. Fueron seis kilómetros, casi cuarenta minutos de esfuerzo y una enorme satisfacción por haber conseguido probarme y pasar la prueba, por haber vencido al tiempo, al cansancio y a la pereza.
Quedó una foto de recuerdo y una lista con la clasificación y los tiempos (que no han salido aún pero que, en realidad, poco importa).

2 comentarios:

xnem dijo...

Es cierto que importa.

Una vez fui a la Plaça Universitat a hacer unas fotos de la salida de la Cursa de la Merçé a mis sobrinos, decidí correr un poco tras ellos, una foto mas, otra, así llegué hasta L´Estadi de Montjuïc, bajé, hasta Colón, subí Les Rambles y entré en la meta en plaça Catalunya, con una Canon de las de antes entre las manos, sin zapatillas deportivas, ni equipo, al cruzar la meta un digito decía el tiempo sobre mi, ni lo recuerdo y una voz me preguntaba ¿Y el dorsal? ¿cual es el número del dorsal? Y yo pensé "dorsal? que importa".
Felicidades

el nom de la rosa dijo...

Felicidades por haberlo conseguido!

Personalmente prefiero las carreras de fondo que las de velocidad, aunque sean más espectaculares, lo de ser buen/a corredor/a de fondo tiene mérito.