2006/03/31

Flores mustias en primavera

Será por la llegada de la primavera o por la astenia primaveral o porque estoy entre cuatro paredes mientras el sol luce allí afuera, o no sé por qué será pero me siento chof. Por qué me ha de sentar tan mal esta época del año? Con la llegada del calor, del "no sé qué ponerme esta mañana", del polen en el ambiente, me cuesta mucho mantener altura. Dónde se ha visto que a una flor le siente mal la primavera? Es que soy rara hasta para eso.
En fin, a ver si el fin de semana me regenera las fuerzas

2006/03/27

193 segundos reparadores

bamos de nuevo en el coche, después de una cena y muchas risas como hace más de un año. De nuevo con los cristales de las ventanas bajados y el volumen a tope a la espera que sonaran los primeros compases. Y volvió a sonar el picar de baquetas y el un, dos, tres, catorce! En ese momento Emilio pisó el acelerador y cruzamos el puente a toda velocidad. De nuevo se mezclaron las risas con el guitarreo de U2 y volví a disfrutar, como la primera vez, de un momento en el que nada importaba, sólo disfrutar esos 193 segundos vertiginosos. En esos poco más de tres minutos olvidé todas las preocupaciones, todos los nervios y decepciones acumulados y mi cerebro sólo estuvo ocupado en procesar las sensaciones a cada instante: la música, las risas, el aire que entraba por las ventanas alborotándome el pelo y la velocidad que me empotraba contra el asiento. Al llegar a casa, caí rendida en un profundo sueño, como si aquella vuelta a casa hubiera purificado mis sueños.

2006/03/20

Saturday night stories II: Malibu

Llegó la hora de poner en práctica todo lo aprendido, los seis pasos, uno por uno. Había quedado con las compañeras del curso este sábado noche en una de las discotecas de la ciudad.
Primer objetivo: Ganar en autoconfianza.
Lo primero es peinarme, pintarme y vestirme para sentirme bien conmigo misma. Ese estar a gusto, se transmite a los demás. El atuendo ha de ser ligeramente provocativo, llevado, por supuesto con todo el estilo posible, nada de excesos innecesarios.
Una vez perfectamente peinada y pintada enfundada en un top y unos tejanos, me miro en el espejo y sonrío. Cambio de postura y vuelvo a sonreir. Lanzo un beso a mi reflejo, grito guapa! y, mirando a los ojos reflejados me digo, en voz alta “Hoy vas a seducir” y me río como siempre que repito estas palabras que tan efectivas nos han dicho que son en el curso.
Segundo objetivo: Aprender a generar nuevos comportamientos
Una vez en la discoteca, tras pasar por la barra y beber un par de chupitos de tequila, nos ponemos a bailar en la pista. Nada de pasos discretos, nooo...! “Cuando se baila se ha de expresar lo que te hace sentir la música y también expresar lo que quieres”. Me contoneo sobre mis tacones, balanceo la cabeza, agitando mi melena recientemente rubia, de un lado a otro, zas, zas...que la música fluya, yea!
- Tía vigila que me estás metiendo el pelo en el ojo - me grita alguien a mi espalda.
Sin que la disminución de intensidad de mis movimientos me afecte, la música me atrapa, uuhhh...Todas estamos como locas.
Tercer objetivo: Incrementar nuestro nivel de Inteligencia Seductora
Llega uno de los momentos más difíciles de la noche, el momento de poner en práctica nuestros conocimientos adquiridos en lenguaje del cuerpo. Lo primero que debo hacer para captar la atención de un sujeto es mirarlo , primero de reojo y luego, zas!, fijamente para luego volver a mirarlo de reojo y sonreír. Y así lo hago. Me fijo en el chico que baila distraído a mi derecha pero se gira. Miro al de la izquierda: reojo, fijamente, reojo, fijamente, reojo...pero sólo me mira como si estuviera borracha. Algo no funciona. Claro! Me he dejado la sonrisa. Empiezo de nuevo, esta vez, contando cada paso: uno reojo, dos fijamente, tres reojo, cuatro sonrisa. Repito la serie de nuevo.
Y se acerca hacia mi, me agarra por un hombro: - En la quinta mirada ya me he dado por enterado, si no quieres que mi novia te parta la cara deja de lanzarme esas miradas de psicópata quieres?
Aún algo descolocada por semejante chasco, miro a mis compañeras. Todas están haciendo lo mismo que yo y ninguna parece tener éxito. Empiezo a dudar de la eficacia de las clases.
Me voy hacia la barra y pido un malibu con piña.
Cuarto objetivo: Ampliar nuestra visión de las relaciones humanas
Mientras me tomo mi copa distraídamente en la barra, el chico de delante se presenta y me pregunta mi nombre. A la vez que le contesto lo miro con detenimiento y recuerdo “si un sujeto no os atrae en un primer momento, dadle la oportunidad de mostrarse tal como es, probablemente os sorprenderá y, sino, seguro que podrá ser un amigo”.
Quinto objetivo: Escuchar / saborear la experiencia ajena
La conversación / monólogo gira en torno a su trabajo: reponedor de la sección de congelados en un supermercado. Jamás pensé que hubiera tantos tipos de productos y que existieran auténticas conspiraciones hasta operaciones mafiosas por hacer desaparecer las cajas de langostinos pocos días antes de Navidad. Nunca pensé que la velocidad de reposición de los productos “estrella” siguiera un complejo algoritmo que relacionaba la mala leche del encargado, la eficiencia de los reponedores de otras secciones, la hora y la media de la densidad de personas por metro cuadrado de pasillo que hubiera en ese momento.
Sexto y último objetivo: Descubrir nuestros procesos internos
Las cinco de la mañana. Hace dos horas que no escucho lo que me cuenta. Hace dos horas que sé que le voy a pedir a la señorita Puri que me devuelva el dinero porque el curso de seducción no funciona. Hace dos horas que creo que las teorías de la doctora Mayflower de San Francisco son una patochada.
Me levanto.
- Te vas? – me dice extrañado.
- Sí, me voy. – contesto inexpresiva.
- Entonces no vas a venir a mi casa? –me dice con aire de fastidio.
- No, me voy. – le digo sin creer lo que me acaba de preguntar.
- Joder, tía, podías avisar antes que no habría perdido el tiempo. Ahora sólo tengo una hora para ligarme a otra tía, vaya putada. –se queja.
Sin salir de mi asombro, me dirijo al grupo de compañeras que siguen bailando en la pista pero con menos energía que horas antes, me despido y salgo del local.
Estupendo, no hay taxis disponibles. Los pies me matan aquí de pie, plantada en esta esquina.
- Guapa! A cuanto el completo!
Y en eso que me despierto sentada en el sofá, envuelta en un sudor frío, con la publicidad del curso de seducción que me ha llegado por correo entre las manos, con el resto de cartas. En el reverso la foto de la directora de la escuela, Purificación López Soles.

2006/03/14

De cuatro en cuatro

(*) Sigo la cadena...espero que alguien coja el testigo

Cuatro trabajos que he tenido (no por orden)
- Actriz (el trabajo más corto, de extra en una peli).
- Técnico en liberalización de mercado energético
- Camarera
- Becaria múlti-tarea

Cuatro películas para repetir
- Dirty dancing, por supuesto
- Cualquier musical americano, especialmente de Gene Kelly o Fred Astaire
- Cualquiera de los 50 de Audrey Hepburn, Chalton Heston, Ava...
- El amor tiene dos caras (sí, qué pasa)

Cuatro lugares donde he vivido
Barcelona y punto. El resto de vacaciones.

Cuatro programas de televisión que miro
Mira quién baila (acabo de perder puntos en la escala de gramour, lo sé)
La nit al dia (ahora recupero puntos)
Ventdelplà (vale,vale...)
Afers exteriors (porque el tío se pega los viajes que me gustaría pegarme yo)


Cuatro lugares donde he estado de vacaciones y me gustaría volver
- Nueva York (espero no tardar).
- Italia (espero no tardar, especialmente a Roma).
- París (hace unos meses que no veo el Sena y ya lo añoro).
- Andorra (es que me gusta Caldea...)

Cuatro comidas favoritas
- Gnoquis con salsa de setas o con salsa de fresas y lima.
- Queso en general, especialmente los extra-fuertes
- Foie de cualquier forma
- Arroz negro, paella, rissotto en general

Cuatro sitios que visito cada día
- Mis sueños
- Un libro
- Mi habitación
- El baño

Cuatro lugares en donde me gustaría estar ahora
- En la Quinta Avenida
- Tomando un “capucci” en un cafetillo que hay detrás del panteon en Roma
- En un café el Le Marais
- Tomándome un crepe en Sorrento (por tanto, tengo hambre y me quiero ir de viaje, ha quedado claro?)

Cuatro trabajos que me gustaría tener (dejando a un lado mi profesión)
- Bailarina.
- Broker.
- Piloto de avión.
- Escritora.

Cuatro famosos que he conocido
Conocer, conocer, a un actor de culebrón, Ernesto Collado, a algún escritor, ver por la ciudad o por ahí a Hugh Jackman (Dios existe), Carly Fiorina (ex-presidenta de HP, la que fue una de las mujeres más poderosas del mundo, Ricardo Darín.

Cuatro comidas que detesto
La patata hervida, los sesos (no podría comérmelos), las judías verdes, la leche entera con mucha nata (ecs!)

Cuatro electrodomésticos que tengo fuera de lo común
Fuera de lo común ninguno.

Cuatro posibles impresiones que doy (aunque no lo sé seguro porque más de una se la deben callar, tampoco lo voy preguntando, ahora me doy cuenta que no sé lo que opinan de mi los demás...)
De carácter, vaya, durilla
Lista (al menos eso me dicen)
Empollona (y me jode porque no lo he sido nunca, más bien del último día, e leerlo una vez y cosas así).
Sensible

Cuatro copas favoritas (todas en buena compañía, sino no mola)
- Margarita Blue, preferiblemente del bar con el mismo nombre.
-Un buen vino blanco, afrutado, fresquito.
-Caipirinha.
- Mojito.

Cuatro personas que me gustaría conocer (difícil restringir)
- Ralph Fiennes o a su hermano Joseph, no por nada.
- Arturo Pérez-Reverte
- María Teresa Fernández de la Vega
- Maruja Torres

Cuatro momentos que se conservan en mi memoria
- El primer beso
- La primera vez que vi a mis sobrinos.
- The boy from oz (NY-2004)
- Un viaje al País Vasco.

Cuatro que quisiera olvidar
- Los dos “adiós” más dolorosos de mi vida.
- Las lágrimas y las durísimas épocas que siguieron a esos “adiós”.
- Las broncas en general.
- Los comentarios hirientes de gente que paga sus inseguridades y frustraciones conmigo.

2006/03/13

Saturday night stories I: Vodka

Me dirigí a la barra del fondo sorteando a la gente que abarrotaba la pista. Con cierta dificultad conseguí situarme en una esquina, entre la pared y una chica, justo delante de la caja registradora, un buen sitio para ser visto por la camarera.
- Un vodka con naranja- le grité a la camarera cuando me miró, para que me oyera entre la música.
A mi izquierda sonó un –Hola Luis-.
Me giré y vi que la chica que tenía a lado me miraba y me sonreía. Era Sonia, mi ex. Se la veía radiante, bronceada, con el pelo más largo de lo habitual e inusualmente vestida de rojo.
- Qué casualidad, como va todo? Le dije mientras le daba un par de besos en las mejillas.
- Bien, muy bien, por aquí de fiesta con las amigas y tu?
- También, por aquí de fiesta con los colegas. -Te veo muy bien.
- Gracias, yo a ti también, más delgado, no?- me dijo mientras pagaba su copa a la camarera.
- Sí, sí, y eso que he dejado de fumar. –le contesté mientras seguía pensando que estaba
guapísima y sacaba del bolsillo el billete para pagar la copa. Vodka con naranja, como siempre.
Mientras guardaba el cambio en mi bolsillo, ella me observaba y me decía que se alegraba que hubiera dejado de fumar, a la vez que movía su bebida con una pajita.
Mis ojos se fueron a clavar en la mano que removía la copa. En uno de sus dedos brillaba un anillo. Recordaba que no llevaba nunca anillos, al menos cuando salíamos, hacía ya un par de años. Y mientras pensaba esto, una chica se acercó y la agarró del brazo.
- Bueno, tengo que irme- me dijo, encogiéndose de hombros mientras la otra la estiraba hacia la pista.
La seguí con la mirada hasta que vi que un grupo de chicas la engullía. Una de ellas le puso una diadema de princesa. Y entonces lo supe. Lo entendí todo: el pelo largo, el bronceado aunque fuera abril, el brillo en sus ojos y el anillo en su dedo.
Me vino a la memoria aquel día poco antes de Navidad en que le pedí que se casara conmigo y me dijo que no. Y me dolió de nuevo como si fuera entonces, mientras la veía reír con sus amigas.
Me bebí mi vodka y pedí otro. Luego me dirigí hacia la zona de la pista donde me esperaban, dándole sorbos a mi copa. Aquel no sería el último vodka de la noche.

2006/03/03

Shall we dance?

Hoy tampoco voy a ir a bailar. De nuevo el destino se gira en mi contra. De nuevo las fuerzas del mal se comfabulan para separarme de la pista de baile. No es justo. No hay derecho. Me gustaría subirme a mis zapatos y tener el valor suficiente para plantarme yo solita en la pista. Pero no hay lo que se ha de tener para eso, no le pongo tanto morro a la vida. Y hay chicas que lo hacen, pero yo... alguna vez he visto llegar a un local a una chica , como saca a bailar a algún chico y no pasa nada, todo muy sano. Yo me moriría de vergüenza. Ultimo intento: ¿Alguien quiere bailar? No, verdad, ya decía yo...
Pues nada, qué le vamos a hacer. Aguanta y soporta como decían los estoicos. Que sepas, destino, que no podrás conmigo. Mañana será otro día.

2006/03/02

Me he dejado las gafas

Me he levantado tarde, muy tarde. Me he duchado a toda velocidad, tan rápido que ni por esas me he despertado. Y me he tomado el te de un trago, como si fuera un cubata. He abierto el armario, he cogido lo primero que he pillado, me he puesto las gafas de sol y he salido por la puerta. La fortuna me ha sonreido y el metro me esperaba en el andén y las escaleras mecánicas funcionaban. He llegado tarde, muy tarde, media hora larga tarde. Por fortuna hoy todos los jefes están de reunión. En eso que me he sacado las gafas de sol. Las iba a guardar en la funda y ponerme las "de ver". Pero la funda estaba vacía. Con las prisas me he dejado las gafas, mis ojos, y se me ha quedado una cara de tonta que no podía con ella. Me he puesto a reir a carcajada limpia mientras llamaba a casa para que me trajeran las gafas. Y mientras hablaba por teléfono mis compañeros se reían y yo me reía tambén porque últimamente no sé dónde tengo la cabeza. Al colgar, el gracioso de turno , ese que nunca falta en una oficina, me ha soltado el "ay, esa cabeza, será que estás enamorada". Uy, qué gracia. Le he sonreido, pobrecito, suficiente tiene él con ser así. Ojalá fuera eso, que estubiera en las nubes y no con el nubarrón sobre la cabeza.

2006/03/01

Entre sombras

Subió las escaleras con más pesadez de la habitual a la llegada del trabajo. Sacó las llaves y abrió la puerta de su piso. Era de noche y sólo se podían intuir los muebles entre las sombras y la escasa luz de farola que entraba por la ventana pero, aún así, no encendió la luz. Se fue directa a su habitación, arrastrando los pies como una sonámbula. Empezó a desvestirse lentamente para evitar rozarse las rascadas y golpes. Le dolía especialmente el moratón del brazo derecho. Abrió el armario, palpó una camiseta y se la puso. No era capaz de imponer la menor energía en ninguno de sus movimientos. Pensó que era debido a la pastilla que le habían dado. No pensaba, o al menos, eso creía.
Se sentó en la cama, dobló las piernas y las abrazó sin pensar en el moratón de su brazo ni en las rascadas de sus rodillas. A medida que pasaba el rato, empezó a darse cuenta de lo que había vivido, de lo que realmente había pasado. Había matado a un hombre por primera vez. Cogió un cigarrillo del cajón de la mesilla, lo encendió y se puso a fumar sin dejar de abrazar sus rodillas. Sin darse cuenta empezó a balancearse. Recordaba poco a poco cómo había sucedido: la llamada de unos vecinos que oían ruidos en un piso en el que vivían dos ancianos, la llegada con Raúl al lugar, los ruidos que resultaron ser ladrones, el caco que retiene a uno de los ancianos con una navaja. El forcejeo entre él y Raúl que ha acabado con una puñalada que ha dejado a su compañero herido. La petición del ambulancia y de refuerzos mientras perseguía al otro ladrón por la escalera.
En ese momento de sus recuerdos, empieza a sudar y el balanceo se acentúa y la mirada se le pierde en la ventana mientras fuma cada vez con más ansia.
En un momento, el caco le ha disparado. No sabe de dónde se ha sacado la pistola ni a dónde ha ido a parar la bala hasta que ve una rascada en la manga de su chaqueta. Se tira al suelo del rellano y sigue bajando las escaleras a cuclillas esta vez con la pistola en mano.
No oye pasos en la escalera. Segundo disparo. Se agacha y se golpea con los escalones pero el tiro ni le roza. Sigue bajando y, por fin distingue al ladrón, de pie,entre sombras, pegado a una de las puertas del siguiente piso. Lo llama al alto mientras le apunta a una rodilla. El ladrón la ve, la apunta y empieza a bajar las escaleras de espaldas. Ella lo sigue con sigilo ganando terreno, apuntando siempre a la rodilla. En eso que el perseguido tropieza y dispara y la bala se empotra en la pared a escasos centímetros de su cabeza. Pero ella ha disparado y su bala no ha ido a la rodilla sino al pecho del ladrón que se precipita escaleras abajo.
Todo ha sido rápido, muy rápido. La llegada del ambulancia que se ha llevado a Raúl, la llegada de más efectivos, las preguntas de la psicóloga. “Tomate una pastilla de estas ahora y otra cuando llegues a casa”.
En la escuela de policía te preparan para situaciones así pero nunca se está lo suficientemente preparada. Eso es lo que pensaba mientras miraba sin mirar y consumía las últimas caladas de su cigarrillo.
Tras acabarlo, lo ha apagado en en cenicero de la mesilla y se ha levantado a buscar su chaqueta. De uno de los bolsillos ha sacado las pastillas y ha cogido una. Se la ha tragado sin agua y se ha quedado de pie, junto al armario, con la chaqueta en la mano.
Suena el teléfono y, aunque lo tiene a escasos metros, tarda en contestar.
-Si?
-Hola cariño, cómo ha ido hoy el día?
-Mal.
-Como ayer?
-Peor –contesta mientras empiezan a caerle las lágrimas.
-Otra vez ese cabrón de Ramírez?
-He matado a un hombre Ricard.
-Dios, que? Estás bien? Te han herido? Joder! Vengo enseguida.
-Yo...ufff...yo...uff...yo...-y estalla en un sollozo mientras se oye como se corta la comunicación.
Quince minutos más tarde, entra Ricard en su piso y se la encuentra a oscuras, sentada en el suelo de su habitación, abrazándose las piernas mientras se balancea y llora con lágrimas enormes que resbalan por sus mejillas.
La abraza y le acaricia el pelo mientras le susurra.
-ssss...cariño, ya estoy aquí, me oyes? Ya está, no sufras, estoy aquí para cuidarte.
Y ella se deja abrazar y piensa que nunca estará preparada para aquello. Entre sombras, parece ver el destello de la bala y cierra los ojos y lo abraza fuerte.

Insomnio

*Este post se lo dedico a quien comparte esa tortura conmigo, especialmente a alguien con quien además de muchas cosas también comparto últimamente, una taza de té con galleta tapa té incluida.
Desde que un buen día, tras uno de esos golpes que te da la vida, se me alterara el sueño, la dificultad para conciliar el sueño ha sido mi punto débil. Cualquier cosa que me afecte ataca directamente a mi capacidad para dormir. Es como si el insomnio tuviera memoria y que como el agua que, tras haber pasado por algún lugar, se acuerda para siempre y aunque pasen años, si ha de volver a pasar, recuerda el camino.
¿Y cómo es la vida del insomne? Pues así:
“Se acerca la hora de ir a dormir, esa en la que todos dicen buenas noches y tu, rendida, eres incapaz de mantener los ojos cerrados más de cinco minutos. Y mientras los demás se quedan en brazos de Morfeo, mientras oyes la respiración acompasada de los que ya descansan, tu miras la tele, lees un poco para ver si se te cierran los ojos porque pasan de la una y en pocas horas te has de levantar.
Parece que te entra sueño, cierras el libro, apagas la luz y te arropas en la cama. Y los ojos no quieren cerrarse y ves mil luces, mil sombras y oyes la respiración de los que duermen, el camión de la basura haciendo ronda por tu calle, y a alguien que pasa por la acera haciendo repicar los tacones. Suenan las dos. En eso que te sientes más nerviosa porque ahora además oyes el reloj, tic, tac, tic, tac, y como te aburres de estar dando vueltas, la cabeza decide que puede empezar a dar vueltas a las cosas: a lo que has de hacer a la mañana siguiente, al corte de pelo que te harás por la tarde, a por qué no llamó aún el chico que conociste el fin de semana. Y suenan las dos y media. Empiezas a desesperarte porque en cinco horas te has de levantar y no hay asomo de sueño. Entonces recuerdas todos esos consejos de, relajarse (facilísimo, sí, sí), respirar de forma pausada, pensar en algo placentero y tranquilo y respirar, respirar y...dong, dong, suenan las tres.
Finalmente, ya no sabes a qué hora, cuando ya has contado a todos los clones de Dolly, te has imaginado el prado verde con Dolly pastando, has decidido hasta el color exacto de las mechas que te harás, en un momento, sin saber por qué ni cómo, te duermes.Y a las siete, suena el despertador”.