2008/07/24

El poder de las notas

Caía la tarde. El sol, bastante bajo cegaba al que miraba al oeste. El calor era sofocante. Paseaba por la calle que, al cerrar las tiendas, se iba despejando de transeúntes. Iba distraída, de camino a casa, cargada con algunas bolsas.
Se oía una melodía en la lejanía. Al doblar una esquina las notas se oían más nítidas. Era un violín que destacaba sobre un acompañamiento. Prestó atención y lo reconoció. Aquella forma de tocar, aquella melodía le eran especialmente familiares.
Entornó los ojos y, a escasos 100 metros, distinguió a un par de músicos que acariciaban sendos violín y violonchelo. Las notas fluían delicadas, ligeras, exquisitas.
Estaba segura: aquellos músicos eran los que amenizaban sus domingos. Eran ellos los que oía desde la azotea, desde la terraza.
Se acercó y se paró entre la gente que formaba corrillo alrededor de ellos. Se perdió entre sus pensamientos, con la mirada ausente. Se sintió transportada.
Entre pieza y pieza se acercó un hombre que llevaba un niño en un cochecito. La criatura, que debía tener no más de dos años, lloraba desconsolado.
Entonces volvieron a empezar a volar las notas por el aire. Por arte de magia, el niño dejó de llorar y clavó los ojos en los músicos. El padre lo miraba maravillado, ya que el berreo había dado paso a una sonrisa del pequeño.
Se fueron sucediendo, pieza tras pieza, todas las melodías del repertorio que tan bien conocía de escucharlas cada domingo.
En una de ellas el hombre hizo ademán de irse. La reacción del niño fue inmediata: estiró los brazos hacia los músicos y rompió a llorar.
Así que el hombre decidió quedarse un rato más.
Debía haber pasado casi media hora y el sol ya no molestaba. Ella decidió que era hora de irse a casa con la sonrisa que dibuja la placidez en el rostro.
Antes de emprender la marcha, miró al hombre y al niño. El pequeño observaba como hipnotizado a los músicos, mientras que el hombre se apoyaba en el carrito intentando estar algo más cómodo.

Este fin de semana me perderé el concierto de violín y violonchelo del domingo y creo que lo añoraré.

1 comentario:

xnem dijo...

7 notas 7 colores.
Que bello el mundo de la variación, combinación y permutación.