2009/01/19

Al compás

Le cogió la mano fuerte y la miró un momento, antes de desviar la vista hacia la ventana. Tras el cristal, la ciudad se escapaba, se diluía, mientras dentro del taxi sólo se oía el rumor de la radio.
Empezó a apretarle la mano de forma intermitente, acompasada, como el latido del corazón. Se miraron y no hicieron falta más palabras. Su corazón iba al ritmo de aquel compás, latiendo con fuerza, como hacía mucho tiempo que no hacía, como pensaba que nunca más iba a volver a latir.
Mientras, el locutor comentaba la victoria del FC Barcelona y el taxi se paraba frente a la terminal del aeropuerto.

3 comentarios:

el nom de la rosa dijo...

Y en aquel momento todas las canciones oídas y todos los poemas leídos y todas las fábulas contadas que hablaban de ese extraño fenómeno bioquímico caracterizado por una repentina y descontrolada liberación de endorfinas de difícil solución, tuvieron pleno sentido.

Era el momento de comprender por qué el reloj no debería de marcar las horas, por qué la vida es eterna en cinco minutos, o por qué la Rosor era la llum de la meva vida, por poner algunos ejemplos sencillos.

la gata dijo...

Pues si rev... De pronto todo eso es verdad, aunque sea sólo ese minuto. Magnífico tu comentario.

blondie dijo...

Sí señora, enorme rev.