2006/11/22

Blue eyes

Era tarde y el ambiente estaba algo cargado en el local: demasiada gente, demasiado humo y poca ventilación hacían del garito de Yulen el lugar perfecto para perderse en sombras. Allí estaba, en una esquina de la barra, con un codo apoyado en la tabla y un vodka con naranja en la mano. Vio un taburete vacío y se sentó. Contemplaba la pista mientras sonaba la música. Pero no veía nada, no pensaba nada, tenía la mente en blanco. Las notas se deslizaban sin que les prestara atención cuando alguien cruzó el local hacia allí. Se miraron, se reconocieron, bajó la vista al suelo y sus ojos chocaron con sus zapatos. Volvió a erguir la cabeza y allí estaba. Tenía los ojos azules, pequeños, fríos y los rasgos perfectos, el pelo bien cortado, castaño, corto. Mantuvo la mirada unos segundos que parecieron años o quizás siglos. Empezaron una conversación frívola, absurda, un puro trámite sin nombres. Rieron. Los ojos azules fueron enmarcados por pequeñas arruguitas y la boca fina dejó entrever unos dientes perfectos, blancos. Bajó la mirada de nuevo. Esta vez se detuvo en sus tejanos gastados y su jersey azul algo ajustado. Notaba los nervios en el estómago o quizás fuera la excitación que iba, poco a poco, nublando su entendimiento. De nuevo se produjo un cruce de miradas y siguió la conversación fluida. No podía dejar de perderse en aquellos ojos que expresaban todo aquello que afirmaban las palabras. Y de nuevo llegaron las risas y las sonrisas, estas últimas aderezadas con algún que otro arqueo de una ceja y un ligero movimiento de cabeza hacia un lado y hacia delante, sin perder el contacto visual. Pasó una hora o tal vez tres entre vodka y humo. Esperaba un acercamiento que no podía tardar o incluso un “vámonos” en cualquier momento. Pero pasaban los minutos y más horas y Yulen cerró el garito.
Se despidieron en la puerta sin remoloneos, con un adiós de colegas y echaron a andar en direcciones opuestas. Se giró y sus ojos se encontraron con aquellos azules seguidos de la sonrisa ladeada y la ceja en arco. Lo siguiente fue un paseo casi mudo hasta el parque, unos besos furtivos, agresivos, casi mordiscos, los respectivos pantalones deslizándose hasta los tobillos y las manos nerviosas amasando los cuerpos. Y lo que empezó siendo sexo salvaje pasó a agresividad descontrolada hasta llegar a paliza mientras los ojos fríos y la sonrisa se transformaban en mirada fiera y la ceja enarcada, seductora, dejaba paso a en un rictus maléfico, mientras notaba las patadas en sus costillas y los golpes de las piedras.
Lo último que vio, mientras yacía inmóvil entre los arbustos con los pantalones bajados hasta los tobillos y la ropa interior desgarrada, fueron aquellos ojos pequeños y fríos mientras sentía un beso en su boca magullada de mandíbula rota.

5 comentarios:

hack de man dijo...

8-o (estupefacto -no sé como se pone el emoticono)

la gata dijo...

espero q para bien...hacía tanto que no mataba a nadie...

hack de man dijo...

Para bien, para bien, por supuesto... pero no se debe hacer mucho la pelota... ;-)

Anónimo dijo...

Menuda historia....que arte tenéis los dos para cometer asesinatos...deberíais fusionar algo....

En fin, me ha gustado mucho miau!!

Anónimo dijo...

Muy buena...jejeje...Matas muy bien!