2006/11/20

Desempolvando fantasmas

Cada vez que ordeno el armario o los cajones o lo que sea me encuentro con algún que otro recuerdo del pasado. A veces son graciosos, como una bolsa llena de hombreras ochenteras, o los primeros apuntes tomados el primer día de trabajo en los que ponía especial interés y apuntaba cosas que ahora tengo tan por la mano que al leerlo me da la risa. Otras, los recuerdos son agridulces y, en algunas ocasiones, incluso, tristes: una fotografía con alguien que ya no está, una carta, un libro...
El fin de semana pasado, al hacer el cambio de armario me encontré con uno de esos recuerdos agridulces. Era un libro que no recordaba que tenía. Un libro de cocina, de recetas de todo tipo, sencillas y más elaboradas. Me pareció que, dado mis escasos conocimientos de cocina me podía ser infinitamente más útil en un estante más a mano que no en un altillo casi inaccesible. Así que lo deje sobre una silla y seguí ordenando el armario.
Al acabar, horas después, me fui a la cocina y me llené un vaso de cola light para recuperar fuerzas. Me dispuse a ojear el libro de cocina. Descubrí que había algunas páginas marcadas con un trozo de papel: cóctel de espárragos y pavo con calabacín. No recordaba haber hecho nunca aquellos platos. Tampoco recordaba haberlos comido. Seguí ojeando el libro y cada vez me convencía más que su sitio estaba en la estantería, bien a mano. Estaba a punto de cerrarlo cuando vi que en la primera página había una dedicatoria. No la recordaba así que la leí. Lo escribía quien me había regalado el libro: mi ex. Ese era el motivo por el que el libro y sus recetas estaban en un altillo y no en una estantería. Eran palabras que recordaba felices en aquel momento y paradójicamente amargas ahora, años después. Eran promesas y deseos extinguidos que me golpearon a traición desde un pasado demasiado lejano.
Cerré el libro y lo coloqué junto a otro de Ferran Adrià. Busqué un CD y lo puse. Empezó a sonar Lady in red, mientras me acababa mi vaso de cola light sentada en el sofá con los fantasmas del pasado volando entre nota y nota acabaditos de desempolvar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces hace falta pasarlo un poquito mal para saber lo que quieres y con el tiempo te das cuenta que no sólo has cambiado, sino que además de superarlo estás más fuerte....

Besos reales (no fantasmales)

la gata dijo...

Eso ya lo pasé, muchacha, sino no hubiera puesto el libro en el estante.
Besos para ti tb.

Anónimo dijo...

Bien por ti!!!