Hay canciones que no se pueden escuchar con volumen moderado. Es más, hay canciones que se han de gritar, que cuesta no cantarlas cada vez que suenan, o que los pies se van y arrancan a bailar sin permiso cuando se oyen según que notas.
Esto no sería un problema si no fuera porque, a veces me pasa en el trabajo.
A veces estoy frente al excel de turno, haciendo una tarea aburrida, me pongo los cascos y esa maravilla de Spotify (grandísima aplicación que me ha cambiado la vida) y en una de estas listas variadas, oigo un New York, New York en la voz de Sinatra y me apetece pegar cuatro gritos, agarrar un bastón y un sombrero y marcarme unos pasitos.
Aunque las hay de peores, I Gotta a Feeling, que tiene hasta su bailecito (es una larga historia)…Se me escapa un repicar en el teclado, un piececito que se mueve sin permiso o un ladeo de cabeza delator y me muero de vergüenza cuando me doy cuenta.
El top de las canciones que no se deben escuchar en el trabajo son las sensuales: Lenny, Lisa, Joe…voces que sugieren y que, en plena primavera desperezan a las neuronas, de por sí revolucionadas en estas fechas y, entonces, sí que es complicado trabajar. El excel deja de existir y sólo se me pasan por la cabeza otras activiades, otros contoneos y, sobretodo, otras personas.
Qué mala y qué buena puede ser la música a veces.
Voy a ponerme alguna pieza recatada, un poco de Chopin para recuperar la postura y seguir con las celdas del excel o, para, simplemente, seguir en mi “celda”.
Esto no sería un problema si no fuera porque, a veces me pasa en el trabajo.
A veces estoy frente al excel de turno, haciendo una tarea aburrida, me pongo los cascos y esa maravilla de Spotify (grandísima aplicación que me ha cambiado la vida) y en una de estas listas variadas, oigo un New York, New York en la voz de Sinatra y me apetece pegar cuatro gritos, agarrar un bastón y un sombrero y marcarme unos pasitos.
Aunque las hay de peores, I Gotta a Feeling, que tiene hasta su bailecito (es una larga historia)…Se me escapa un repicar en el teclado, un piececito que se mueve sin permiso o un ladeo de cabeza delator y me muero de vergüenza cuando me doy cuenta.
El top de las canciones que no se deben escuchar en el trabajo son las sensuales: Lenny, Lisa, Joe…voces que sugieren y que, en plena primavera desperezan a las neuronas, de por sí revolucionadas en estas fechas y, entonces, sí que es complicado trabajar. El excel deja de existir y sólo se me pasan por la cabeza otras activiades, otros contoneos y, sobretodo, otras personas.
Qué mala y qué buena puede ser la música a veces.
Voy a ponerme alguna pieza recatada, un poco de Chopin para recuperar la postura y seguir con las celdas del excel o, para, simplemente, seguir en mi “celda”.