2010/12/26

Breve navideño

Las fiestas navideñas recuperan el valor de antaño cuando se está lejos de casa. La vuelta en el tren, rodeada de personas, que como una servidora, llevan escrito en la cara que vuelven a casa por Navidad, los villancicos cantados por los niños de la familia, els canalons, los turrones, hasta las luces de la ciudad, todo emociona más que antes.
Será por eso que una eterna partida de parchís una tarde de Navidad puede valer su peso en oro y sólo su recuerdo puede emocionarme hoy que vuelvo a estar lejos, lejos de casa.
Feliz Navidad a todos.

2010/12/16

Juguetes educativos de nueva generación

Después de tantos meses sin actualizar este blog, más por falta de tiempo que de material, después de martirizarme inutilmente diciendo “tienes que escribir, tienes que escribir” hoy, por fin, encuentro tiempo (bueno tiempo poco, pero si la suficiente inspiración que con poco me ponga a darle a la tecla).
Total que aquí estoy después de hace demasiado. No voy a repetir post “pre-cena-navideña” que es lo que tocaría estas fechas, aunque es tentador debatir sobre el tema de moda entre algunas de mis compañeras de trabajo antes de la cena de “media-etiqueta-contenida”: los tocados. En fin, sin comentarios.
Esta vez quería admitir públicamente que hoy me sentí “out” comprando regalos de Navidad para mis sobrinos.
Se me ocurrió ir a una tienda de juguetes educativos. Había los típicos de sumar y restar, de formar palabras, de hacer todo tipo de manualidades (aunque ahora son mucho más sofisticados que los míticos Mineranova, Ceranova, etc) pero también otros que hicieron que se cortocircuitara el cerebro.
Si antes había los de Mi primer laboratorio, Mi primera tricotosa o las prensas para hacer modelitos combinando distintas planchas, en esa sección había prensas para diseñar coches deportivos, hasta ahí, vale, pero, además, me he encontrado con una Mi primera central eólica y con Mi primera estación termosolar. Casi me sincopo vasobagalmente de la impresión. Lo mejor es que era un juguete para niños de 9 a 14 años.
Lo he tenido que mirar varias veces. He mirado la caja con detenimiento. Impresionante.
Lo primero que me ha venido a la cabeza es una imagen de mi misma con un niño de 9 años preguntándome por la inclinación de las aspas y yo poniendo la misma cara que si me hablaran en swajili.
Un dependiente hiperactivo, que me ha visto interesada, me ha preguntado si me podía ayudar. Yo sólo he podido decir un "sólo estoy mirando". Lo mejor ha sido cuando me ha contestado, antes de irse “este está teniendo mucho éxito”.
Me ha dejado ojiplática. He pensado que quizás más de uno de mi compañeros ingenieros, “energéticos” ellos se han dedicado a comprarlo a sus hijos (quizás yo también lo haría previo estudio de las instrucciones, claro, en un brote de freakismo). Eso he querido pensar. No puede ser que los críos de ahora pidan una Mi primera estación termosolar o Mi primera eólica. No puedo estar tan mayor, no puede haber tanta diferencia generacional.
Entonces he dado un vistazo rápido a la estantería que tenía frente a mi:
- Aprende a dibujar como los cubistas (9 a 14 años)
- Las máquinas de Leonardo da Vinci (8 a 12 años)
- Cómo ganar a tu padre al ajedrez (+ de 6 años)
- Mosaicos Art Noveau (+ de 6 años)
Sólo faltaba un libro de Mis primeras nociones de coaching para niños de 4 a 8 años.
Quizás si hay diferencia generacional.