2010/10/22

Aprendiendo idiomas

Cuando aprendes un nuevo idioma cuesta no dejarse influir por el que ya se habla.
Lo mismo pasa con el baile, con la música, que no dejan de ser, otras formas de expresión, de lenguaje, en definitiva.
Cierto es, como con los idiomas, que cuantos más se dominen, más fácil es adaptarse a la nueva “gramática corporal” pero, aún así, se requiere adaptación.
Si el baile es en pareja, que no deja de ser una conversación, las diferencias de “lenguaje” aún son más evidentes ya que puede pasar, básicamente, que no te entiendas.
El aprendizaje es apasionante en ambos casos, las primeras palabras, los primeros pasos, las primeras frases, las primeras marcas, aprender a escuchar, aprender a sentir.
Lo que antes significaba girar ahora sólo es mover el torso, lo que antes requería mantener el área de baile ahora ha de ser un abrazo cerrado, lo que era un un-dos-tres-cinco-seis-siete puede ser ahora un del uno al ocho.
Reconozco que me apasiona más el baile que las lenguas, qué le vamos a hacer
El otro día pensaba en cuánto pueden decir unas manos, cómo solamente con una ligera presión, con un pequeño movimiento pueden expresar tanto, ya no solamente un paso o una dirección sino también una emoción, una sensación, un sentimiento.
Entonces recordé que alguien una vez me dijo lo más bonito que me expresó nunca apretando mis manos acompasadamente.
Quizás porque aquello que pueden expresar las manos sea más básico, lo que dicen me parece más intenso, frente a un montón de palabras vacías.
Quizás porque es más fácil decir así las cosas que verbalizarlas me da la impresión que lo que dicen es más sincero.
Sea como fuera, es un placer aprender esas nuevas variantes del lenguaje.