Cosas de esas que pasan en la vida, el destino me ha llevado
a trabajar, aunque sea temporalmente, rodeada de abogados de prestigio, de ésos
que están más arriba de la planta treinta en un edificio “molón” con vistas a
una gran avenida, que en vez de un calendario de Pirelli tienen uno de saltos de hípica, que llevan los tirantes y los gemelos a juego con el pañuelo de la americana.
Puede parecer una exageración pero no lo es.
El primer día que subí a mi
nuevo despacho temporal de vistas impresionantes me encontré a su
anterior ocupante, un chico, probablemente más joven que yo, con gemelos rosa “nube”,
tirantes a juego y, atención! una americana colgada en un perchero con
un pañuelito del mismo color.
No me había recuperado del shock cuando, al día siguiente me
di cuenta que la mayoría de los “habitantes” de aquellas alturas lucían
tirantes y gemelos a juego, que el color más atrevido que se veía en toda la
planta era el gris y que el porcentaje de mujeres en aquel piso, incluyendo
secretarias y, atención, camareras! no debía ser ni del 10 por ciento.
Contuve mi indumentaria hasta el jueves pero el viernes no
iba a claudicar.
Aparecí en mi nueva oficina enfundada en unos tejanos
pitillo, subida en mis zapatos de tacón suspendido de United Nude y una
camiseta de cuello barco amplia y cinturón metálico.
Sí, vale, iba buscando follón, jejej, lo bueno de ser el
cliente es que nadie me podía decir nada y me di un lujo.
Me crucé con un “tirantes-man” que me ha miró espantado,
como si hubiera visto al fantasma de las progres modernillas pasadas. Resopló y se apartó a un lado. Por el rabillo del ojo ví como se giraba
y me miraba.
Divertidísimo. Eso es poder y lo demás son tonterías.
Al llegar a mi sitio me senté en mi super silla
"espacial" y con la mirada perdida en las maravillosas vistas de Madrid pensé 1 a 0 a favor de los progres.
Un poco de revelación, de victoria frente a los hombres de
gomina, tirantes y poder sobre el mundo sienta taaaaan bien.