Los Zz, numérense

Hace algunos años tuve un jefe que era un auténtico maniático de la ergonomía y el orden. Era un jefe estricto del que aprendí muchísimo y que me pegó algunas manías.

Desde aquellas épocas, los archivos los envío listos para imprimir, las carpetas las numero para que queden ordenadas etc, etc. Esas pequeñas manías contrastan bastante con mi caos habitual pero algunas se han metido tanto en mí que ya son inseparables.

Una de ellas es poner una Z delante de aquello que quiero que quede al final de una lista.

Me encontré una vez en esa situación de tener un nombre en mi agenda de contactos del teléfono que no quería ver cuando buscara un número pero que no quería borrar para, en caso de recibir una llamada identificarlo. Alguien a quien no llamar pero a tener sotto controllo.

Como mi agenda telefónica es una de esas pocas cosas ordenadas que tengo, decidí poner delante del contacto en cuestión una Z. Cosas de la vida, tengo algún contacto que empieza por Z, así que decidí poner Zz y, por fin, el contacto no deseado quedó al final de la lista.

La lista de Zz ha ido creciendo con el tiempo aunque por suerte, no demasiado.

Alguno se preguntará por qué no borrar el número y listos. La respuesta es porque un Zz es alguien que no está en mi vida y, que, si volviera a aparecer, por lo que fuera, no querría descolgar el teléfono sin saber que al otro lado está esa persona que me puede afectar. Eso me permite decidir si contesto o no. Para qué engañarnos, son números que cuestan de borrar de un plumazo (y que conste que no son solamente los números de los “ex”, de hecho algún “ex” pasó a la categoría de “borrados”).

Un día en plena conversación con una amiga despechada salió el tema de los Zz. Le gustó tanto la idea que aplicó el método con sus “non gratos” particulares y se lo explicó a una amiga y esta a otra, vaya, que ha tenido un éxito considerable esta tontería clasificatoria. A principios de año suelo hacer revisión de Zz. Hay nuevos Zz y alguno que pasa a desaparecer de la lista y de mi vida definitivamente. Hoy me dedicaré a ello.