Decidí darle una sorpresa a mi novio por su cumpleaños. Tras barajar varias posibilidades, entre un
curso de conducción en un circuito, unas entradas para el próximo partido del
Barça, una cena romántica, finalmente ganó la idea de regalarle un striptease. Que
nadie piense que pretendía contratar a alguien para hacer un numerito vestida
de conejita, no, no, me refiero a que pensé en hacer un striptease casero. Me
veía perfectamente capaz de sacarme la ropa con un poco de gracia al son de una
canción sugerente y poner a mi chico a cien, sorprendiéndolo con movimientos
sinuosos de caderas y miradas de deseo. Tenía dos semanas para prepararme.
Lo primero era buscar un conjunto de ropa interior sexy. Por
un día dejaría el pijama de felpa de conejitos y me enfundaría en un corsé de
encaje.
Me fui directa a la planta de lencería de El Corte Inglés. Me sorprendió el precio de algunos de ellos,
muy superiores a lo que me costarían cinco pijamas de felpa.Tras seleccionar varios modelos, me fui al probador.
Una dependienta me vio cargada con mis conjuntos de ropa interior sexy y se ofreció a ayudarme. Me echó un vistazo rápido y me sugirió algún modelo más.
Empecé probándome uno que me apretaba tanto el pecho que parecía que iba a explotar. Otro dejaba ver una lorza generosa entre el corsé y la el tanga. Finalmente me quedé uno de los que me había recomendado la amable dependienta: un corsé-faja-body-liguero que contenía todas mis carnes en su sitio.
Después me fui a por las medias de rejilla, una boa negra y un bombín que compré en una casa de disfraces.
Sólo con llevar mis compras me sentía más sensual y provocadora que nunca.
Tras de las compras, debía preparar un poco una coreografía
sencilla pero seductora.
Busqué en youtube algunos videos de stripers, clases de
stripdance y los striptease de algunas películas famosas.De todo ello saqué algunos pasos y buenas ideas.
Lo siguiente fue encontrar la canción adecuada. Sería la versión de Fever de Peggy Lee.
Aproveché algunas tardes y el sábado que mi novio va a jugar a fútbol para poner en práctica los pasos aprendidos. Nunca se me dieron bien las coreografías así que solamente quería tener preparados algunos movimientos para no quedarme en blanco y el resto dejarlo a la improvisación. Estaba segura que aquel corpiño iba a sacar a la striper que llevaba dentro.
Así, que me dediqué a pasearme alrededor de una silla, sentarme seductora, pasar una pierna por encima del respaldo (esto con algo de dificultad, tendría que calentar un poco los músculos antes del show).
Llegó el día. Estaba nerviosa. Mi novio estaba viendo el
resumen de la jornada de liga en el salón. Me depilé todo lo que se me ocurrió,
me duché, peiné, maquillé y me enfundé en mi corpiño, tanga, medias de rejilla
y taconazos. Me puse el bombín y la boa negra de plumas.
Hasta entonces no me había probado todo el modelito
completo. La verdad es que daba el pego.
Apagué las luces y la tele y planté una silla en medio del
salón, encendí una luz indirecta
y puse el CD con la canción.
Mi novio
había empezado a protestar cuando apagué el televisor pero se quedó mudo al
verme. Me crecí.
Never knew how much I love you, never knew how
much I care
Empecé a mover la boa como si fuera un bolso y a abanicarme
con el sombrero. Me senté en la silla y abrí mucho las piernas de golpe.
Fever!
Con los nervios se me olvidó calentar y noté un agudo tirón
en el muslo. Lo disimulé como pude y seguí.
You give me fever,
when you kiss me, fever when you hold me tight
Las medias de rejilla se me clavaban en la planta del pie.
Le lancé la boa a mi novio y cuando la fue a agarrar pegué
un tirón, quizás algo enérgico. La boa fue a parar al jarrón que nos había
regalado su madre. Por suerte no cayó al suelo.
When he put his arms
around her, he said "Julie baby you're my flame"
Volví a sentarme a horcajadas en la silla, aún notaba un
poco el tirón. Pasé la pierna por encima del respaldo. De nuevo la falta de
calentamiento causó mella en mis músculos. Esta vez el tirón fue fuerte.
Conseguí pasar la pierna al otro lado y levantarme apoyándome en el respaldo
con toda la sensualidad que me permitió el dolor.
Fever - I'm his
Missus, Oh daddy won't you treat him right.
Puse de nuevo la silla de frente a mi novio y me dejé
deslizar desde el asiento hasta el suelo arqueando la espalda. La mala suerte
quiso que las medias se engancharan en el asiento de mimbre. Aún así, conseguí
llegar al suelo.
Chicks were born to
give you fever
Me incorporé y empecé a desabrochar los corchetes del corsé-faja-body-liguero
mientras daba pequeños pasitos y balanceaba las caderas.
No había manera de soltarlos. Se me pasó por alto el hecho
de que al ser tan ”reforzado” suponía que todo estaba bien apretadito en su
interior y que de allí no iba a salir ni la striper que llevaba dentro ni ná de
ná.
Aha, what a lovely way
to burn.
La canción se acababa y no podía de abrocharme el corsé. Suerte
que no lo tenía todo coreografiado. La improvisación iba a salvarme.
Dejé estar el corsé y al acabar la canción lancé el sobrero.
Fue a parar sobre el jarrón y, esta vez si, cayó y se rompió estrepitosamente.
Fue entonces cuando vi la cara de estupefacción, ira y
espanto de mi novio. Hasta entonces no le había prestado atención. Estaba
demasiado pendiente de mi coreografia improvisada.
Me sentí tan perdida que no sabía que hacer. Fui hacia él,
le besé en la mejilla, dejándole una marca de pintalabios rouge y le dije un “felicidades”
que pretendió ser picarón. Cuando me aparté de él seguía con los ojos como
platos y la mirada perdida.
Huí a la habitación, me quité el condenado corsé, los
zapatos, las medias rotas y me puse mi pijama de conejitos y las zapatillas
peludas.
Al volver al salón seguía allí, sin mover un músculo, esta
vez con la vista clavada en la boa, el sombrero y el jarrón roto.Me senté a su lado y encendí el televisor. Estaban acabando los deportes con los comentarios sobre el mundial de natación.
Seguimos allí, sentados, uno junto al otro sin decirnos nada un buen rato.
Finalmente, cuando empezó el espacio dedicado al tiempo, mi
novio se decidió a hablarme aunque sus ojos siguieran clavados en algún lugar
entre el infinito y el televisor.
-Cariño, otro año, regálame una corbata, un jersey o una
pelota de fútbol.