2012/03/28

Diario de una striper

(No lo intenten en sus casas. Basado en un hecho real, o no...)

Decidí darle una sorpresa a mi novio por su cumpleaños.  Tras barajar varias posibilidades, entre un curso de conducción en un circuito, unas entradas para el próximo partido del Barça, una cena romántica, finalmente ganó la idea de regalarle un striptease. Que nadie piense que pretendía contratar a alguien para hacer un numerito vestida de conejita, no, no, me refiero a que pensé en hacer un striptease casero. Me veía perfectamente capaz de sacarme la ropa con un poco de gracia al son de una canción sugerente y poner a mi chico a cien, sorprendiéndolo con movimientos sinuosos de caderas y miradas de deseo. Tenía dos semanas para prepararme.

Lo primero era buscar un conjunto de ropa interior sexy. Por un día dejaría el pijama de felpa de conejitos y me enfundaría en un corsé de encaje.
Me fui directa a la planta de lencería de El Corte Inglés.  Me sorprendió el precio de algunos de ellos, muy superiores a lo que me costarían cinco pijamas de felpa.
Tras seleccionar varios modelos, me fui al probador.
Una dependienta me vio cargada con mis conjuntos de ropa interior sexy y se ofreció a ayudarme. Me echó un vistazo rápido y me sugirió algún modelo más.
Empecé probándome uno que me apretaba tanto el pecho que parecía que iba a explotar.  Otro dejaba ver una lorza generosa entre el corsé y la el tanga. Finalmente me quedé uno de los que me había recomendado la amable dependienta: un corsé-faja-body-liguero que contenía todas mis carnes en su sitio.
Después me fui a por las medias de rejilla, una boa negra y un bombín que compré en una casa de disfraces.
Sólo con llevar mis compras me sentía más sensual y provocadora que nunca.

Tras de las compras, debía preparar un poco una coreografía sencilla pero seductora.
Busqué en youtube algunos videos de stripers, clases de stripdance y los striptease de algunas películas famosas.
De todo ello saqué algunos pasos y buenas ideas.

Lo siguiente fue encontrar la canción adecuada. Sería la versión de Fever de Peggy Lee.
Aproveché algunas tardes y el sábado que mi novio va a jugar a fútbol para poner en práctica los pasos aprendidos. Nunca se me dieron bien las coreografías así que solamente quería tener preparados algunos movimientos para no quedarme en blanco y el resto dejarlo a la improvisación. Estaba segura que aquel corpiño iba a sacar a la striper que llevaba dentro.
Así, que me dediqué a pasearme alrededor de una silla, sentarme seductora, pasar una pierna por encima del respaldo (esto con algo de dificultad, tendría que calentar un poco los músculos antes del show).

Llegó el día. Estaba nerviosa. Mi novio estaba viendo el resumen de la jornada de liga en el salón. Me depilé todo lo que se me ocurrió, me duché, peiné, maquillé y me enfundé en mi corpiño, tanga, medias de rejilla y taconazos. Me puse el bombín y la boa negra de plumas.
Hasta entonces no me había probado todo el modelito completo. La verdad es que daba el pego.

Apagué las luces y la tele y planté una silla en medio del salón, encendí una luz indirecta y puse el CD con la canción.
Mi novio había empezado a protestar cuando apagué el televisor pero se quedó mudo al verme. Me crecí.

Never knew how much I love you, never knew how much I care

Empecé a mover la boa como si fuera un bolso y a abanicarme con el sombrero. Me senté en la silla y abrí mucho las piernas de golpe.

Fever!

Con los nervios se me olvidó calentar y noté un agudo tirón en el muslo. Lo disimulé como pude y seguí.

You give me fever, when you kiss me, fever when you hold me tight

Las medias de rejilla se me clavaban en la planta del pie.
Le lancé la boa a mi novio y cuando la fue a agarrar pegué un tirón, quizás algo enérgico. La boa fue a parar al jarrón que nos había regalado su madre. Por suerte no cayó al suelo.

When he put his arms around her, he said "Julie baby you're my flame"

Volví a sentarme a horcajadas en la silla, aún notaba un poco el tirón. Pasé la pierna por encima del respaldo. De nuevo la falta de calentamiento causó mella en mis músculos. Esta vez el tirón fue fuerte. Conseguí pasar la pierna al otro lado y levantarme apoyándome en el respaldo con toda la sensualidad que me permitió el dolor.

Fever - I'm his Missus, Oh daddy won't you treat him right.

Puse de nuevo la silla de frente a mi novio y me dejé deslizar desde el asiento hasta el suelo arqueando la espalda. La mala suerte quiso que las medias se engancharan en el asiento de mimbre. Aún así, conseguí llegar al suelo.

Chicks were born to give you fever

Me incorporé y empecé a desabrochar los corchetes del corsé-faja-body-liguero mientras daba pequeños pasitos y balanceaba las caderas.
No había manera de soltarlos. Se me pasó por alto el hecho de que al ser tan ”reforzado” suponía que todo estaba bien apretadito en su interior y que de allí no iba a salir ni la striper que llevaba dentro ni ná de ná.

Aha, what a lovely way to burn.

La canción se acababa y no podía de abrocharme el corsé. Suerte que no lo tenía todo coreografiado. La improvisación iba a salvarme.
Dejé estar el corsé y al acabar la canción lancé el sobrero. Fue a parar sobre el jarrón y, esta vez si, cayó y se rompió estrepitosamente.

Fue entonces cuando vi la cara de estupefacción, ira y espanto de mi novio. Hasta entonces no le había prestado atención. Estaba demasiado pendiente de mi coreografia improvisada.
Me sentí tan perdida que no sabía que hacer. Fui hacia él, le besé en la mejilla, dejándole una marca de pintalabios rouge y le dije un  “felicidades” que pretendió ser picarón. Cuando me aparté de él seguía con los ojos como platos y la mirada perdida.

Huí a la habitación, me quité el condenado corsé, los zapatos, las medias rotas y me puse mi pijama de conejitos y las zapatillas peludas.
Al volver al salón seguía allí, sin mover un músculo, esta vez con la vista clavada en la boa, el sombrero y el jarrón roto.
Me senté a su lado y encendí el televisor. Estaban acabando los deportes con los comentarios sobre el mundial de natación.
Seguimos allí, sentados, uno junto al otro sin decirnos nada un buen rato.

Finalmente, cuando empezó el espacio dedicado al tiempo, mi novio se decidió a hablarme aunque sus ojos siguieran clavados en algún lugar entre el infinito y el televisor.

-Cariño, otro año, regálame una corbata, un jersey o una pelota de fútbol.

 (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia)

1 comentario:

el nom de la rosa dijo...

Qué tío tan desaborío. Después de tanto empeño de la pobre chica, pedirle una corbata o un jersey es para darle con la boa.

Descacharrante ;-)