Buenos Aires puede ser muchas cosas: una ciudad caótica, dinámica,
con altas dosis de polución en el ambiente, monumental, cosmopolita, alegre,
latinoamericana y europea, moderna y caduca, multicultural, tanguera y de
diseño.
Me sorprendió y me recordó a algunos lugares de otras
ciudades de diversas latitudes: un barrio a Lima, otro a Madrid, otro a París,
otro a Barcelona...
Pero si hay algo que me robó el corazón fueron las flores. En
una ciudad en que se puede masticar el CO2, sorprende que haya puestos de
flores en cada esquina.
En la visita a la sinagoga la señora que nos dio la
explicación nos dijo que era costumbre el Sabbath llevarle flores a la esposa. También
vi algunas parejas en que ella llevaba una flor en la mano.
Me encantó. Será por eso de llevar nombre de flor o tener un
olfato agudo, acorde al tamaño de mi nariz, lo cierto es que me encantan las
flores y la romántica idea de una cultura que tenga tan instaurada la costumbre
de regalar flores me sedujo. La ciudad de las flores, que perfuman y decoran
las calles. Lástima que en otras latitudes se haya perdido la costumbre y que
cada vez sea más poco frecuente que la sorprendan a una con un ramo o hasta con
una flor de vendedor callejero. Bueno, siempre hay honrosas excepciones, doy fe
de ello.
Además de esos puestos multicolores entre los numerosos espacios
verdes y en las calles de la ciudad había unos árboles de flores lilas (como
muchos sabrán, mi color favorito) y muy aromáticas. Fue una suerte verlos en
primavera, dejando bajo de sí unas alfombras de flores lilas bajo sus copas,
del mismo color, en las plazas.
Quizás sea algo extraño que en una ciudad con tal variedad
de posibilidades de ocio, de zonas diferentes, de contrastes, de gastronomía
variada, de monumentos y de historia, lo que más me haya impactado sean las
flores y los árboles lilas pero es así, qué le voy a hacer, soy una
floripondia.
El árbol en sí, creo que es la Abelia Grandiflora
2 comentarios:
La gran mayoría de la veces que ves a alguien con un ramo en la mano, lleva también una sonrisa
Si, es cierto. Vaya par de clasiconas somos eh?
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