2012/02/09

Dime en qué bus y a qué hora vas y te diré quién eres

Me gusta observar a la gente en los transportes públicos. Es divertido como, según que metro, el autobús que sea, la hora, el día de la semana, los viajeros son tan y tan distintos.
Poco o nada tiene que ver el tren de cercanías que va hacia el sur de Madrid con los “ferrocatas” que llevan a Sarrià o el bus 14 con la línea roja de Barcelona .
El transporte que últimamente tengo bastante estudiado es el bus que me lleva al trabajo. Por la mañana, la variedad de perfil de viajeros en pocas horas de diferencia es increíble. A primera hora, antes de las ocho de la mañana de un día laborable cualquiera, la mayor parte de los que comparten conmigo el trayecto son trabajadores de los de mono azul, o de uniforme, alguno con pinta de funcionario y, sin duda, mayoritariamente con cara de ir a trabajar y cierto hastío, algunos leen, otros simplemente, están allí.
Rondando las nueve de la mañana, hora punta, el bus va repleto, imposible sentarse. El perfil ha cambiado ligeramente. A esa hora ya hay bastantes trajes y menos “currelas” de raza, cara de estrés y alguna de hastío, alguna madre llevando a los niños al colegio. Los libros siguen estando presentes pero aún más los teléfonos móviles y los libros electrónicos.
A partir de las nueve y media, la afluencia de público es menor. Ya es sencillo sentarse, la mayor parte van de traje o son jubilados y la expresión es bastante más relajada que unas horas antes.
Las horas de tarde también son sorprendentemente curiosas. Las más cercanas al mediodía suelen ser turistas y jubilados y a medida que se hace tarde, se sigue el patrón de la mañana pero a la inversa, es decir, cuanto más tarde, menos trajes se ven.
Los fines de semana son otra cosa, sin duda. Esos días el bus es territorio turista, especialmente nacional, que pasa unos días en la ciudad visitando la ciudad.
Resumiendo mi experimento sociobusístico diré que las conclusiones son las siguientes:
-        Los que trabajan de sol a sol siguen siendo los mismos.
-        Estamos tan metidos en nuestros panales que es muy sencillo situarnos en nuestra casilla.
-        Siempre hay algún jubilado que, aún teniendo todo el tiempo del mundo, prefiere madrugar para no dejarte sentar.
-        Qué triste es pasar tanto tiempo en un bus que permita hacer estos estudios.
Vaya, dime en qué bus y a qué hora vas y te diré quién eres.

2 comentarios:

blondie dijo...

Me ha gustado la combinación fijarse en los otros con la crítica social y muy acertadas tus conclusiones. Aunque llevo muy mal lo de los jubilados, porque en mi linea son miles, algún día me enternece porque me acuerdo de mi abuelo, que iba al banco antes de que abriera y se esperaba a que abrieran

la gata dijo...

Los recuerdos de seres queridos, gran tesoro.