2007/01/22

Post tras el fin de semana 1: Adicciones

Este fin de semana me he dado cuenta que cuando algo me apasiona puedo llegar a la adicción. Así dicho, parece malo, pero que nadie se asuste, sigo siendo la “buena nena” de siempre (cuando he querido ser mala tampoco me ha salido así que...).
Mis adicciones no perjudican a la salud, no hacen daño a nadie, no arruinan.
Y qué he hecho este fin de semana para reconocerme como adicta? Ahí va:
He estado en un stage salsero, ya lo he dicho. Hasta ahí, bueno, una actividad más. Pero tras un sábado de tres horas de talleres, otras tantas horas de baile por la noche, más talleres el domingo por la mañana, esta misma tarde-noche de domingo también he ido a bailar. No es que me sobraran fuerzas, de hecho estaba agotada, tenía las piernas doloridas de las agujetas y me encontraba fatal pero nada ha podido detenerme.
Ahora, en casa, mientras escribo en vez de dormir, estoy escuchando un CD que otro adicto al baile, un amigo al que le encanta darme vueltas cual peonza humana, me ha pasado. Y me es imposible oír la versión de Cold Play en base salsera sin que se me vayan los pies.
Sé que lo mío con en baile es más que una adicción, sé que es una pasión que he sentido desde que tengo uso de razón, pero también me conozco y sé que irá a más, llegará a un límite y luego bajará, aunque siempre tendrá esa parte inmensa reservada en mi corazón.
Es como cuando iba a entrenar casi cada día y me pasaba los fines de semana de competición en competición. Aún recuerdo las lágrimas el día en que me llevaba las cosas de la sala de armas y cada vez que me paso a ver a mis antiguos colegas de asalto, algo se remueve en el estómago. También tengo claro que no volvería a dejar algo que me llena por alguien, porque los “alguien” tarde o temprano decepcionan y desaparecen y mientras, has dejado aquello que te llenaba realmente.
Pero no sólo he pecado de “bailonga”. También he caído en el vicio del chocolate.
Después de tomarme una coca-cola light, para vigilar esa barriguilla (con el choteo de un coleguita, incluido), al llegar a casa, he abierto la nevera y me ha mirado un trozo de pastel de chocolate del Xocoa y me miraba con tanta pena que he sido débil y me lo he acabado (suerte que el coleguita sé positivamente que no leerá este post).
Simplemente no he podido parar y no me he dado cuenta y ya no estaba.
Y eso es todo, no se esperen ustedes más confesiones , más adicciones en un fin de semana, ya decía que sigo siendo la “buena nena” de siempre y que ni queriendo me sale ser “no tan buena”. Ah, se me olvidaba mi “manía” de escribir, ups! Espero que esa no sea perjudicial para los pobres incondicionales que leen de vez en cuando a esta gata.

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